El Covid-19 es ya el mejor de los agentes desestabilizadores: ha logrado infiltrarse en las altas esferas del poder civil y militar, primero en la Casa Blanca y ahora en el Pentágono, donde se sospecha que la mayoría de los jefes de los distintos cuerpos están contaminados.
No será necesario que haya interferencias externas para sembrar la discordia durante las elecciones presidenciales americanas del 3 de noviembre. El Covid-19 es ya el mejor de los agentes desestabilizadores: ha logrado infiltrarse en las altas esferas del poder civil y militar, primero en la Casa Blanca y ahora en el Pentágono, donde se sospecha que la mayoría de los jefes de los distintos cuerpos están contaminados y deben permanecer en aislamiento.
Un solo almirante está "hundiendo" a todo el personal...
El posible contagio dentro del personal americano se podría haber producido el pasado 27 de septiembre en una ceremonia en honor a las familias de los medallistas militares. El Almirante Charles Ray, número dos de la unidad de la Guardia Costera, estuvo presente y poco después dio positivo en el test de coronavirus. Como resultado, las autoridades sanitarias pidieron a todos los oficiales de más alto rango del ejército que permanecieran confinados en sus casas.
El Pentágono ha confirmado en una declaración que sus más altos funcionarios están ahora trabajando en sus respectivas residencias, incluso el General Mark Milley, jefe del Estado Mayor. Para mantener el tipo, el Cuartel General de Defensa ha asegurado que esta situación sin precedentes no tendrá "ningún impacto en la preparación o en la capacidad operativa de las fuerzas armadas de los Estados Unidos".
Un ex jefe de la CIA, John Brennan, sin embargo, no ha podido evitar alertar en una radio pública:
Acosado por la Covid-19, el presidente está perdiendo los nervios...
En la Casa Blanca, donde el coronavirus parece sentirse seguro, el último empleado infectado no es otro que uno de los asesores más cercanos del presidente, Stephen Miller, quien, entre otras cosas, estableció su política anti-inmigración. Mientras, Donald Trump continua atacando a los medios de comunicación que, se lamenta, "sólo quieren hablar de Covid-19", pero la contaminación galopante en su séquito no hace más que alimentar a la prensa.
El propio presidente de los Estados Unidos, aunque ya no tiene ningún síntoma de la enfermedad, como lo certifica el equipo médico que le rodea, da la impresión de estar "poseído". Nunca ha estado tan enfadado desde que dejó el Hospital Militar Walter Reed, y sigue lanzando tweets enfadados. El último cruza todas las líneas rojas, donde Trump llama a su rival demócrata, Joe Biden, "loco". Juzguen ustedes mismos:
Quizás la razón por la que el presidente republicano saliente está tan nervioso, hasta el punto de entrar en bucle en la red de Twitter, según sugiere la prensa americana, es porque la última encuesta sobre el próximo duelo le da aún más de perdedor que las anteriores: las intenciones de voto a su favor son del 41% de los votos, mientras que para Biden ascienden al 57%. ¡Una diferencia de 16 puntos no es poca cosa!