Para los demócratas como para los repúblicanos hay mucho en juego. Si es encontrado culpable, Trump no podrá presentarse a ningún cargo público nuevamente pero si es absuelto, esta nueva victoria podría convertise en una plataforma para otra candidatura presidencial.
El segundo juicio político de Donald Trump no tiene precedentes. Ningún presidente ha sido sometido a un impeachment dos veces y menos sentarse en el banquillo tras dejar el cargo.
Casi un año después de su primer juicio político,Trump se enfrenta al cargo de incitación a la insurrección tras el asalto del 6 de enero al Capitolio por sus simpatizantes. El ataque más violento contra el Congreso en más de 200 años y que dejó cinco muertos.
Los 100 miembros del Senado decidirán si el expresidente es culpable o no de incitar realmente a la violencia.
El juicio se comenzará este martes en la misma cámara en la que irrumpió la horda trumpista. Los demócratas necesitan que al menos 17 senadores republicanos voten a favor de la condena. Sin embargo, es probable que el partido rojo absuelva nuevamente a Trump. También es probable que haya pocos testigos ya que la mayoría de los miembros de la Cámara de Representantes vivieron en carne propia el asalto cuando se disponían a confirmar la victoria electoral del presidente Joe Biden.
Como fiscales, utilizarán como evidencia videos del asedio y las acusaciones infundadas de fraude electoral del propio Trump.
El equipo de abogados del exmandatario llegará al estrado con una estrategia de defensa basada en la libertad de expresión y la inconstitucionalidad del proceso, pero insistiendo en el fraude electoral.
En un principio su equipo de defensa iba a estar encabezado por Butch Bowers y Deborah Barbier, pero Jason Miller, uno de los asesores políticos de Trump, anunció a finales de enero que ambos abandonaban el equipo legal del exmandatario.
El motivo, según fuentes citadas por la cadena CNN, fue la insistencia de Trump de basar parte de su defensa en las denuncias de fraude, un territorio pantanoso con una fina línea roja en la que se corre el riesgo de caer fácilmente en el perjurio.
Finalmente, Bruce Castor y David Schoen, dos juristas acostumbrados a los casos mediáticos, han asumido liderar su defensa sin renunciar a las alusiones al fraude, aunque de momento con muchas precauciones.
En esas precauciones se puede inscribir también la negativa del propio Trump a declarar bajo juramento antes o durante el juicio político, algo que le había requerido formalmente el legislador demócrata Jamie Raskin, jefe de los "fiscales" del proceso.
Para los demócratas como para los repúblicanos hay mucho en juego. Si es encontrado culpable, Trump no podrá presentarse a ningún cargo público nuevamente, y probablemente pierda su pensión presidencial. Pero si es absuelto, esta nueva victoria podría convertise en una plataforma para otra candidatura presidencial.