Rosa, clavo y limón: Entrenamientos para la nariz para recuperar el olfato después de la COVID-19

El olor a café
El olor a café Derechos de autor Battlecreek Coffee Roasters/Unsplash
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Por Euronews
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Más de la mitad de las personas que han sufrido COVID-19 ha experimentado algún tipo de pérdida de olfato y gusto. La mayoría lo recuperan solas, pero algunas necesitarán entrenar la nariz para volver a distinguir los olores y disfrutar de los sabores.

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La importancia del sentido del olfato, y su conexión con el del gusto, es algo que muchas personas no valoran hasta que deja de funcionar correctamente.

Desde el inicio de la pandemia del coronavirus, este sentido ha cobrado el valor que merece.

Entre el 50% y el 80% de las personas que han sufrido una infección de coronavirus ha experimentado algún tipo de pérdida de olfato y gusto. Cabe decir que la pérdida de olfato es frecuente tras las infecciones víricas y también puede producirse como consecuencia de lesiones craneoencefálicas y otras enfermedades.

Ted S. Warren/AP
Ecologista oliendo la flor de Balsamorhiza deltoidea en la Base Conjunta Lewis-McChord, Washington, el 7 de mayo de 2014.Ted S. Warren/AP

Además, algunas personas también sufren confusión olfativa dos o tres meses después de la COVID-19, lo que puede ser muy irritante, señala el profesor Thomas Hummel, del Centro del Olfato y el Gusto del Hospital Universitario Carl Gustav Carus de la ciudad alemana de Dresde: "Algunos pacientes perciben ciertos olores de forma diferente, puede ser que el olor del café les parezca de repente 'extrañamente químico'".

Y, a la larga, esta alternación del sentido del olfato puede resultar muy estresante.

En muchos pacientes de la COVID-19, esta confusión olfativa se corrige sola después de dos o tres meses. Sin embargo, en un 5-20% de los pacientes, el sentido del olfato desaparece por completo o se queda muy deteriorado.

La pérdida del olfato también implica la pérdida de habilidades sociales

"Esto no sólo supone una reducción de la experiencia gustativa al comer, sino que también conlleva una pérdida de competencia social", afirma el profesor Hummel.

Al fin y al cabo, muchas cosas giran en torno a comidas compatidas, un momento social que reúne en torno a la mesa a familias, amigos y conocidos en el que se valoran mucho los sabores. ¿Pero qué pasa si la comida sabe siempre "sosa"? ¿Y si ya no puedes reconocer a tu propia pareja o incluso a tus propios hijos por el olor? ¿Y si no está seguro de si su propio desodorante sigue funcionando?

Los afectados no tienen que sufrir este trastorno para siempre. "Se puede entrenar el sentido del olfato, pero hay que tener cierta perseverancia para hacerlo", dice el profesor Hummel. Instalaciones como el Centro Interdisciplinario de Olfato y Cata de Dresde ayudan a los pacientes tanto en el diagnóstico clínico como en las terapias.

Rosa, clavo, limón: así se entrena la nariz

Uno de ellos es el llamado entrenamiento olfativo, con el que se trabaja la nariz durante un período de tiempo largo. Los pacientes reciben aromas sencillos y naturales como la rosa, el clavo, el limón o el eucalipto para que se los lleven a casa y se entrenen con ellos.

"Para empezar, basta con cuatro aromas, por la mañana y por la noche, medio minuto por cada aroma, y hay que hacerlo con regularidad durante un largo período de tiempo", explica el profesor Hummel.

Como alternativa, los pacientes también pueden hacerse con aceites perfumados o esenciales y "olerlos".

Mauro Scrobogna/LaPresse vía AP
Un hombre huele una rosa en un parque de Roma.Mauro Scrobogna/LaPresse vía AP

¿Y cómo se mide el éxito de ese entrenamiento olfativo? Un otorrinolaringólogo puede, por ejemplo, medir el umbral a partir del cual se percibe un determinado olor.

O el paciente debe ser capaz de asignar correctamente los diferentes olores. De este modo, se pueden determinar los progresos objetivos en la mejora de la capacidad olfativa, ya que no todos los pacientes la perciben de la misma manera.

El camino para recuperar la capacidad olfativa es arduo, pero merece la pena para los afectados, para que en el futuro el café de la mañana huela (y sepa) como debería.

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