Las trabajadoras sexuales neerlandesas no entienden por qué otras profesiones "de contacto público" como peluquerías y centros de masajes puede ofrecer sus servicios y no ellas. Denuncian la apatía del Gobierno frente a sus necesidades económicas.
PUBLICIDADLas trabajadoras sexuales de los Países Bajos reclaman el derecho a volver a trabajar. Otras "profesiones de contacto al público", como las peluquerías y centros de masaje han podido reabrir desde este miércoles.
La medida, que el gobierno calificó la semana pasada de "arriesgada", se produce a pesar de que el número de infecciones ha empezado a aumentar recientemente.
Melissa, trabajadora sexual de la ciudad de Arnhem, recuerda que los integrantes de su gremio también tienen responsabilidades en el hogar.
"También tenemos que pagar el alquiler, como cualquier otra persona que trabaja, así que ¿por qué pueden trabajar todos menos nosotras y quién va a pagar nuestro alquiler? Porque no tenemos ningún apoyo financiero de nadie ni de nada. Sólo nos tenemos a nosotras mismas".
"Podemos ser realmente creativas y no tocar a un cliente. Soy una dominatriz, no tengo que ponerle un dedo encima para ofrecer mis servicios. Podemos ser realmente creativas. Espero con esto alentar la imaginación", aseguró Moira Mona, una trabajadora sexual que asistía a la protesta en La Haya este martes.
Las protestas coinciden con el creciente cansancio por las restricciones no solo en los Países Bajos, sino en toda la Unión Europea, donde los gobiernos siguen intentando frenar la COVID-19 mientras aumenta lentamente el ritmo de las vacunaciones.