En respuesta a manifestaciones contra la gestión de la pandemia, el presidente, Kais Saied, destituyó al primer ministro y suspendió las actividades parlamentarias.
La comunidad internacional ha mostrado su preocupación por la crisis política en Túnez. En respuesta a varias manifestaciones contra la gestión de la pandemia por el Gobierno, el presidente, Kais Saied, destituyó al primer ministro y suspendió las actividades parlamentarias por 30 días, asumiendo el control total del Ejecutivo. Esta decisión ha sidoconsiderada como un golpe de Estado por Ennahdha, partido islamista, mayoritario en el Parlamento, y observada con inquietud desde la ONU.
Farhan Haq, Portavoz Adjunto de la ONU, afirmó que "se está siguiendo de cerca la situación en Túnez. Llamamos a todas las partes a comportarse con moderación, a no usar la violencia y a asegurar la vuelta a la calma. Todos los desacuerdos deben resolverse mediante el diálogo", dijo Haq en rueda de prensa.
Por su parte, Estados Unidos ha pedido a la nación norteafricana, donde comenzó la Primavera Árabe, que respete los principios democráticos. El Secretario de Estado Antony Blinken llamó por teléfono este lunes al presidente Saied para instar al Gobierno a mantener un diálogo abierto con todos los actores políticos y con el pueblo tunecino.
La Secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo que "desde la Casa Blanca y el Departamento de Estado estamos en contacto con los líderes tunecinos para conocer mejor la situación, llamar a la calma y apoyar sus esfuerzos para avanzar en línea con los principios democráticos."
Los tunecinos, afectados por el paro y la inflación, han visto un gran aumento de casos por la Covid-19, llegando a tener una de las peores tasas de mortalidad del mundo.
Desde el final de la dictadura de Ben Ali hace 10 años, el país ha sufrido una grave crisis a todos los niveles.