El club de fútbol Saint Ambroeus se fundó hace 5 años con la misión de dar a los inmigrantes y refugiados la oportunidad de hacer amigos e integrarse en la sociedad, pero desde entonces lucha contra las leyes italianas que regulan su estancia.
El eslogan "fútbol contra el racismo" no se trata, para este pequeño club de fútbol de Milán, de un anuncio brillante con futbolistas ricos de fama mundial, sino de la razón misma de su existencia y la idea principal de su fundación.
El Saint Ambroeus es el primer equipo de fútbol compuesto por refugiados e inmigrantes procedentes de fuera de la Unión Europea que se afilia a la Federación Italiana de Fútbol en el norte de Italia.
Daniele Raduazzo es el director deportivo del Saint Ambroeus y señala: "Somos un equipo de fútbol multiétnico de clase trabajadora y tratamos de ser un punto de referencia tanto social como futbolístico en la ciudad de Milán. Utilizamos el fútbol como medio de integración, intercambio y conocimiento y, además, como una forma muy válida de luchar contra el racismo."
El club se fundó hace 5 años con la misión de dar a los inmigrantes y refugiados la oportunidad de hacer amigos e integrarse en la sociedad, pero desde entonces lucha contra las leyes italianas que regulan su estancia en el país, que restringen su acceso a los documentos de identidad y, por tanto, al trabajo, la vivienda e incluso la pertenencia a un club de fútbol.
Davide Salvadori es el presidente de Saint Ambroeus y apunta: "Mientras que, por un lado, la Federación Italiana estaba muy entusiasmada con nuestra afiliación, por otro lado tenemos que lidiar con leyes que van más allá de la federación de fútbol; estas leyes son las que han configurado el enfoque del Estado italiano hacia la migración en los últimos 30 años y son leyes "represivas" y liberticidas".
Cuando están en el campo, ya no son repartidores o personal de seguridad, sino defensas y delanteros de su equipo; no son refugiados, sino futbolistas que juegan por los colores de su club.
Issa Doumbia es uno de los jugadores del Saint Ambroeus: "Aquí tenemos gente blanca, negra y mestiza. Hay gente de Malí, Senegal, Guinea o Camerún, hay de muchos países, un marroquí también. Jugamos todos juntos".
Este club de fútbol se ha hecho un hueco en su barrio y en toda la ciudad de Milán: los inmigrantes y refugiados juegan ahora en el mismo grupo que los italianos que viven en el barrio y también pueden asistir a cursos de italiano para impulsar su proceso de integración.
En definitiva, no se trata de un lugar pintoresco, sino de la verdadera esencia del fútbol.