Antes de la guerra Siria tenía excedentes de trigo, ahora tiene que importarlo. En 2020 sólo consiguió cultivar cerca de un millón de toneladas. Las importaciones añaden tensión a una economía agotada. El gobierno de Bashar al Assad ha racionado la cantidad de pan que puede comprar cada familia.
PUBLICIDADAcurrucadas en torno a un horno convencional de barro, muchas mujeres de toda Siria reviven una tradición largamente olvidada de hornear pan. El país que una vez se enorgulleció de ser el único de la región en cultivar más allá de sus necesidades domésticas de trigo, se enfrenta a una asombrosa escasez, que reduce el acceso de las familias al pan subvencionado.
El pan Tannour, un alimento básico para los sirios desde hace mucho tiempo, se vende en las panaderías estatales a 200 liras sirias (unos 50 céntimos de euro) por fardo desde julio, un aumento del 100% de su precio, que ya se duplicó en octubre de 2020. El tope impuesto por el gobierno de dos paquetes diarios -7 panes por paquete- para cada familia, es insuficiente para alimentar a muchos.
Mientras tanto, la dependencia de la gente del pan como comida asequible y saciante aumentó a medida que millones de sirios caían en la pobreza, y 12,4 millones de sirios -más de tres cuartas partes de la población- se enfrentan a la inseguridad alimentaria. Las mujeres sirias, que se abastecen de trigo a través de las organizaciones de ayuda o de las tiendas de comestibles, si pueden permitírselo, llevan cada vez más pan a la mesa, a la manera tradicional.
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Vean un reportaje sobre el terreno en este vídeo.