Según medios locales, parece ser que Castillo se reunió con un "coach" de liderazgo y desarrollo personal. Y según sospecha el analista político Augusto Álvarez Rodrich, este le habría aconsejado de dejar de usar su sombrero.
En Perú, lo único más inesperado que otra reforma de Gobierno, es que el presidente Pedro Castillo deje de usar su característico sombrero blanco.
Visto por primera vez el pasado 8 de febrero durante el juramento de su cuarto Gabinete en 6 meses, a Pedro Castillo se le ha visto ya durante 3 días consecutivos irreconocible, con la cabeza descubierta, levantando dudas y bromas en las redes sociales.
Según medios locales, parece ser que Castillo se reunió con un "coach" de liderazgo y desarrollo personal, Saúl Anaya. Y según sospecha el analista político Augusto Álvarez Rodrich, este le habría aconsejado de dejar de usar su sombrero.
Un primer paso en el cambio de su gobierno, ya que hasta ahora Pedro Castillo no había fallado en usar su sombrero a lo largo de su campaña, ni durante encuentros con otros mandatarios, ni en declaraciones oficiales con organismos internacionales.
Un sombrero histórico
Solo el tiempo dirá si una cabeza descubierta gobierna mejor, o si el sombrero se llevó consigo las buenas ideas.
Se le conoce bajo los nombres "chotano" o "bambamarquino", un sombrero de paja trenzada, típico de los campesinos de Cajamarca, la región norteña donde Castillo nació y fue maestro antes de ser elegido líder de Perú. Su elaboración puede llevar entre tres semanas y dos meses, dependiendo de su tamaño, totalmente a mano.
Extremadamente resistente, lo llevan hombres y mujeres que trabajan en el campo, aunque las generaciones más jóvenes lo están abandonando. Su precio medio es de unos 2.500 soles (unos 600 euros).
Fue Guido Bellido, diputado oficialista del partido marxista Perú Libre, del que procede Castillo, quien le sugirió que se distinguiera de los demás candidatos llevando este sombrero y convirtiéndolo en su emblema político.