Análisis | Estonia, Letonia y Lituania están en primera fila del pulso entre Rusia y Occidente por Ucrania. Las antiguas repúblicas soviéticas, de 6 millones de habitantes, son miembros de la Unión Europea y de la OTAN. Por Beatriz Beiras.
La crisis ucraniana ha colocado en primera fila del pulso entre la OTAN y Rusia a las tres pequeñas repúblicas bálticas.
Desde su entrada en la Alianza Atlántica en 2004 las relaciones entre estas antiguas repúblicas soviéticas y Moscú, han sido muy tensas. Ahora lo son más que nunca.
Marcadas por los más de 40 años de dominación soviética, Estonia, Letonia y Lituania, sienten la amenaza de la vecina Rusia del otro lado de sus fronteras.Temen que si Ucrania, a quien han enviado armas, es invadida, ellas puedan ser las siguientes.
El talón de Aquiles de la OTAN
Situadas en el flanco oriental de la OTAN, su situación presenta cierta fragilidad estratégica. Es el llamado corredor de Suwalki, 96 km entre Polonia y Lituania pinzados entre el enclave ruso de Kaliningrado y Bielorrusia. Su captura cortaría a los países bálticos del resto de la OTAN.
Por ese motivo después la anexión rusa de Crimea en 2014, la OTAN ha desplegado cuatro batallones multinacionales por rotación en los países bálticos y Polonia. Y ahora ha enviado más refuerzos.
En Lituania el contingente de la OTAN está dirigido por Alemania, que va a enviar 350 soldados más de los 500 que ya están allí. Además es la base de las patrullas de control de la OTAN del espacio aéreo báltico.
Lituania, la más combativa
Con menos de tres millones de habitantes, Lituania es quizás el más combativo de los tres Estados bálticos. Durante una reciente visita a Londres su primera ministra Ingrida Simonyte dijo refiriéndose a esta crisis con Rusia:
Dardo dirigido hacia Moscú, de quien Lituania siempre ha desconfiando desde su traumática independencia en 1991. Un afán de independencia también energética. Lituania ha construido una planta de gas natural licuado en el puerto de Klaipeda para reducir su dependencia del gas ruso, que aún así es del 40%.
Tampoco le ha temblado el pulso a Vilna para aplicar sanciones contra la vecina Bielorrusia a quién acusa de “guerra híbrida”, y el uno de febrero cortó el paso por su territorio a los trenes que transportaban fertilizantes para su exportación desde el puerto de Klaipeda. Minsk respondió con la misma moneda.
Desató la ira de China
En noviembre, rompiendo con la costumbre diplomática, dejó que Taiwán abriera una representación oficial en Vilna bajo ese nombre. En represalia Pekín ha entorpecido las importaciones desde el país báltico y el asunto acabó ante la Organización Mundial del Comercio.
Porque si la divisa de Lituania es no dejarse amedrentar, pues tampoco por China