"Prefiero vivir en una tienda de campaña": el éxodo de muchos rusos en contra de la guerra

La Policía rusa detiene a un manifestante contra la guerra en Ucrania en San Petersburgo el 2 de marzo de 2022
La Policía rusa detiene a un manifestante contra la guerra en Ucrania en San Petersburgo el 2 de marzo de 2022 Derechos de autor Dmitri Lovetsky/AP
Por Euronews en español
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Muchos ciudadanos rusos abandonan estos días su país descontentos con las decisiones de su Gobierno.

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Hasta el momento, y según cálculos de la ONU, más de un millón de personas habrían huido de Ucrania, donde las hostilidades rusas parecen aún lejos de acabar. Pero no son los únicos. Por razones bien diferentes aunque obviamente relacionadas, los residentes rusos también están emigrando. Tras el reconocimiento por parte de Moscú de la soberanía de las autoproclamadas Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk, son muchos los mensajes publicados estos días en grupos temáticos de Facebook del tipo "es hora de irse".

Las preguntas más comunes que surgen en estas páginas son dónde ir rápidamente y qué llevar. Los billetes a Turquía, Armenia, Georgia y los Emiratos Árabes Unidos, libres de visado, se han multiplicado en la última semana. Euronews ha hablado con algunos de estos ciudadanos rusos que han tomado la decisión de abandonar su país, a veces en cuestión de pocas horas. Los nombres de los personajes han sido cambiados.

"No podíamos creerlo"

"La guerra nos pilló en Rusia", cuenta Oksana, de 25 años de edad y ahora mismo instalada en Francia. "Mi marido es ucraniano y yo soy ciudadana rusa. Decidimos irnos no inmediatamente, sino después de dos o tres días, porque no podíamos creer lo que estaba sucediendo. Al principio queríamos resolver todas las preguntas: ¿Dónde viviríamos? ¿Qué pagaríamos? ¿Cómo podríamos irnos?".

"La vivienda apareció literalmente a la mañana siguiente", explica Oksana. "Un amigo nos escribió desde París y nos ofreció quedarnos con él por el momento. Le preguntamos cuánto tiempo podíamos estar con ellos sin molestar a nadie, y nos dijo que todo el que necesitáramos".

"La siguiente pregunta fue: ¿Cómo podemos irnos? Viajamos mucho y sabemos cómo hacer esa ruta con el menor gasto posible. Pero ahora eso no funcionado. Todos los billetes se compran sobre la marcha, y todo resulta bastante caro. Viajamos desde Volgogrado vía San Petersburgo con muchas paradas".

Oksana cuenta también cómo su marido "tuvo problemas en la frontera. Fue interrogado por un agente del FSB vestido de civil. Le hicieron preguntas muy difíciles, y a mí también: que por qué me iba, que a dónde y para qué. Insistí una y otra vez en que iba a visitar a un amigo, que el viaje había sido planeado mucho antes de que se produjera toda esta situación y que no quería cancelarlo".

Sobre la posibilidad de volver a Rusia Oksana reconoce no saber si lo harán siquiera. "Tengo un trabajo a distancia en una oficina rusa, así que por el momento pienso quedarme allí. Mi marido perdió su trabajo. Teníamos algunos ahorros, y por ahora vamos a vivir de ellos. Después... Veremos.

"Donde sea menos en Rusia"

Ilya, de 35 años, también se marcha. Ha comprado billetes para Georgia, abandona Moscú. "Nací aquí y he vivido aquí toda la vida", confiesa. "Soy ingeniera informática y trabajo a distancia con Estados Unidos. Me estaba preparando para marcharme antes de la pandemia, pero entonces comenzó la cuarentena y no hubo posibilidad de salir. Cuando empezaron los bombardeos en Ucrania, me di cuenta de que tenía que dejar este país y compré billetes para Georgia".

"Iremos a una nueva tierra", explica Ilya. "Y también voy a sacar a mis padres del país. Todos nuestros datos, los correos electrónicos, los teléfonos... Todo irá a otro país. Estoy dispuesta a vivir en una tienda de campaña, siempre que no sea en Rusia".

Sofía tiene tan solo 19 años y en su caso se ha marchado a Turquía, con su prometido. Su destino final es Serbia. "Salimos hacia Estambul el 2 de marzo. Compramos los billetes el 27 de febrero por la noche, e hicimos las maletas el domingo y el lunes.

Sofía es estudiante de periodismo y estaba cursando su segundo año de carrera. "Planeamos que yo terminaría mis estudios y luego nos mudaríamos a otro país", cuenta. "Estábamos considerando América y Europa. Entonces quedó claro que las cosas estaban absolutamente mal... Pensamos en comprar los billetes la misma mañana en que nuestro maravilloso presidente dijo que iniciaba una 'operación especial'. Nos parecía algo salvaje. Cambiamos moneda, sacamos algo de dinero de un cajero automático y decidimos esperar acontecimientos durante un tiempo. Así estuvimos dos días, y el sábado por la noche decidimos comprar los billetes a Estambul".

"Llevábamos mucho tiempo ahorrando para ir a Estados Unidos, así que teníamos algunos ahorros", confiesa Sofía. "Los cambiamos por moneda, así que ya teníamos efectivo. Nos dimos cuenta de que ese dinero era suficiente para dos o tres meses. Por suerte, la empresa de mi novio pagó todos los vuelos y nos reembolsaría los gastos de alojamiento, así que alquilamos una habitación para las dos primeras semanas y ahora estamos buscando pisos para estar otro mes".

Sofía reconoce que de momento se quedarán en Estambul, aunque "nos gustaría pasar a Serbia y continuar con nuestros planes de ir a América. Ahora estamos completamente a salvo, lo cual es una sensación increíble".

Lo más aterrador es ver cómo nuestros conocidos apoyan esta guerra. Ven la televisión rusa y se creen cada palabra
Ekaterina
Ciudadana rusa exiliada

"Nos sentimos avergonzados"

Ekaterina, de 36 años, ha optado por su parte por mudarse a Polonia, junto a su familia. Ella es rusa y su marido ucraniano, y ambos tienen una hija de un año.

"Salimos de Moscú en coche el día 28", cuenta Ekaterina. "Por la tarde ya habíamos decidido que teníamos que irnos, simplemente no había nada más que esperar. En tres o cuatro horas empaquetamos las cosas más necesarias, las que cabían en el coche: ropa, juguetes para el niño, algo de comida, los documentos y los ordenadores. Mi hija y yo no teníamos visado Schengen, así que mi marido tuvo que llamar antes a la Policía fronteriza de Estonia para explicarles la situación. Nos dijeron que viniéramos y que nos dejarían entrar, que arreglarían algunos documentos en la frontera".

"El 1 de marzo ya estábamos en la frontera con Estonia. En el puesto de control fronterizo de Rusia nos hicieron bastantes preguntas, y se sorprendieron de cómo íbamos a llegar a Estonia sin un visado válido. Estuvieron un buen rato haciendo llamadas, pero al final nos sellaron la salida basándose en nuestra partida de nacimiento y nuestro certificado de matrimonio. En el lado estonio volvimos a explicar toda la situación, nos dieron los formularios y nos hicieron una foto. Pasamos unas cuatro horas allí y mi hija y yo obtuvimos visados Schengen para 15 días".

Al ser preguntada sobre cuáles serán sus siguientes pasos Ekaterina reconoce estar en un mar de dudas. "¿Cómo seguiremos construyendo nuestra vida? Mi marido es informático y trabaja como probador de software. Yo soy financiera. Supongo que tendré que volver a formarme, pero estamos preparados para ello, y dispuestos a aprender el idioma, porque tenemos una hija pequeña. Supongo que todo se basa en su futuro, no quiero que viva en Corea del Norte", sentencia Ekaterina, que añade que "lo más aterrador es ver cómo la mayoría de nuestros conocidos, amigos y familiares apoyan desgraciadamente esta guerra. Ven la televisión rusa y se creen cada palabra".

Alexander, de 28 años, hizo las maletas para irse a Turquía con su mujer. "No apoyamos en absoluto esta política y nos sentimos avergonzados de tales acciones", confiesa. "Da miedo irse, abandonar el trabajao y otras muchas cosas. Pero la perspectiva de quedarse es aún más aterradora. Y no estamos contentos con ese principio vigente en nuestro país de "o apoyas o te callas. De lo contrario, a prisión".

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"La mudanza estaba pensada y planeada, pero de una manera más gradual, para más adelante. Sin embargo las circunstancias fueron tan impactantes que directamente huimos", relata Alexander.

"Queríamos ir a Europa. Estuvimos allí muchas veces, y la cultura es más cercana. Pero no tuvimos tiempo de conseguir un visado para mi mujer, así que buscamos opciones más rápidas. La más adecuada era Turquía, aunque el modo de vida allí es diferente al nuestro, la comida y la cultura son diferentes. Pero no había otra opción".

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