El huracán Irma, en septiembre de 2017, golpeó la isla de Cuba con categoría 5. Dieciséis horas de viento y lluvia, terminaron por dejar a muchos sin hogar, sin nada.
Isabela de Sagua, es una localidad de la costa norte de Cuba de unos 3 000 habitantes que se resisten a abandonar el pueblo en el que nacieron que sufre el envite del cambio climático, y el desagarro de la emigración.
Hace apenas cuatro décadas era la "Venecia de Cuba".
Sin embargo, el huracán Kate arrasó las últimas casas de madera que había sobre el agua, en noviembre de 1985.
Amado Arce, 69 años, es un jubilado que trabajó en la industria de la miel y añora aquellos tiempos.
"El ciclón Kate acabó con todas esas casas de madera que había arriba del agua, ahí fue creada la nueva Isabela, es decir, que no se quedaron desamparados, todo el mundo cogió su casa", explica Amado.
Sin embargo, no todos los isabelinos quisieron trasladarse a Isabela Nueva, situada 11 kilómetros tierra adentro. Muchos, resisten en sus hogares el paso del tiempo en el que fue un próspero puerto.
"De aquí hay miles de isabelinos que no se quieren ir, que es lo que pasa, que las condiciones de las viviendas están muy malas, si se pudieran construir viviendas nuevas aquí, de aquí no se fuera nadie", comenta Ángel Rivero, 55 años.
El huracán Irma, en septiembre de 2017, golpeó la isla de Cuba con categoría 5. Dieciséis horas de viento y lluvia, terminaron por dejar a muchos sin hogar, sin nada.
"Cuando yo vine de este ciclón, estaba en los albergues en Sagua, yo vine y cuando llegué encuentro mi casa tumbada completa, de madera, perdí mi televisor, perdí mi radio, mi comida, mi ropa, yo me quedé encuera.", explica Odalys Pra.
Isabela de Sagua se resiste a desaparecer.