Tras la marcha de las tropas rusas, muchas ciudades ucranianas tratan de recuperar su vida. Se cumplen tres meses desde el inicio de la invasión.
Aunque la mayoría de los puestos siguen con las persianas bajadas, la reapertura del mercado de Bucha supone de alguna manera la vuelta a la normalidad para esta ciudad ucraniana convertida en sinónimo de crímenes de guerra.
"Las tiendas están abriendo poco a poco, y la gente con niños pequeños o con perros está volviendo", cuenta Valeriya Bilyk, carnicera. "Es como antes. La ciudad está reviviendo. Yo Bucha sólo la veo aquí, pero creo que está cambiando. Se están reparando las carreteras, poco a poco, y todo va volviendo a la vida. Estamos muy contentos de verlo. Si no te fijas en las ruinas, prácticamente nos estamos recuperando de todo esto", asegura Valeriya.
Olena y Dmytro son clientes del mercado. Ella nos reconoce que "al principio es un shock y después te das cuenta de que es nuestra realidad, y de que tienes que cambiar tu vida y seguir adelante".
"La vida sigue y hay que vivir. Sea cual sea esa vida", dice él. "Sí, porque si no lo aceptas, te vuelves loco", añade su acompañante.
Mientras los combates hacen estragos en la parte oriental del país, las fuerzas ucranianas han conseguido expulsar a las tropas rusas de la ciudad de Járkov, no muy lejos de la frontera con Rusia. En las zonas recién liberadas, los lugareños van regresando poco a poco a sus hogares.
"De momento no tenemos nada", cuenta con resignación Aleksandr Vandenko. "Ni trabajo, ni dinero. Tendremos que encontrar algo para arreglar todo esto, tal vez allí en el jardín. Ya se nos ocurrirá algo".
Desde Kiev, el Gobierno también empuja para conseguir levantar el país. La esposa de Volodímir Zelenski, Olena Zelenska, instaba a la Organización Mundial de la Salud a ayudar a atajar la enorme crisis de salud mental que sufre Ucrania, advirtiendo cómo los efectos de una guerra de tres meses pueden durar décadas.
"Contamos con su apoyo experto para construir un servicio de atención psicológica verdaderamente único, el mejor del mundo", decía Zelenska. "Tenemos esa ambición, y queremos hacerlo rápidamente, para que junto a la victoria en la guerra, obtengamos también la victoria sobre el dolor, el shock y el estrés de nuestros ciudadanos".
En Borodianka, a las afueras de Kiev, se busca ayuda humanitaria en medio de la destrucción. Aquí hay muchas madres que han perdido a sus hijos, mientras otras esperan noticias de los que están en el frente. El testimonio de Nadya Orikhovska es especialmente devastador.
"El francotirador estaba allí y mi hijo iba por aquí. Se dirigía al refugio. Le dispararon en la cabeza, de atrás hacia adelante", cuenta Nadya.
90 días después del inicio de la la fatídica decisión de Vladímir Putin, pocas cosas parecen haber cambiado en la vida del presidente ruso. Para personas como Nadya, ya nada será lo mismo.