Las inesperadas víctimas gastronómicas de la invasión rusa de Ucrania

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Crédito: Derechos de autor AP / Canva
Por Amaranta Zermeno Jimenez con EFE, AFP
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Aunque no tienen ninguna relación con Rusia, platillos como el español "ensaladilla rusa" o la "poutine" franco-canadiense, han recibido daños colaterales de la guerra en Ucrania.

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La cafetería del centro de prensa de la cumbre de la OTAN en Madrid, en el recinto ferial de Ifema, ha rebautizado uno de sus platos más solicitados, la ensaladilla rusa, como "ensaladilla tradicional" después de la avalancha de bromas en las redes sociales por el hecho de que Rusia "se colara" en una reunión de la Alianza.

Bromas que han seguido después de esta modificación porque los periodistas han vuelto a la carga en Twitter y otras plataformas haciendo todo tipo de chascarrillos por un cambio que se producía justo cuando la OTAN redefinía su relación con Rusia, que ha pasado de ser "socio estratégico" a convertirse en la "más significativa y directa amenaza".

Sin embargo, este no ha sido el único platillo que ha recibido “daños colaterales” de la invasión rusa de Ucrania. 

¿Pero, por qué “ensaladilla rusa”?

No es la primera vez que este modesto y popular plato de patata y verduras cocidas, aceitunas, atún en conserva y mayonesa sufre un cambio de nombre por razones políticas, ya que durante unos años de la posguerra española fue rebautizada como "ensaladilla nacional". 

En realidad, este plato de verano está lejos de ser ruso. La teoría, es que el cocinero belga Lucien Olivier se hizo famoso en Moscú gracias a servir esta ensalada en el restaurante “El Hermitage”. Con el tiempo se terminaría replicando con ingredientes más comunes hasta “democratizar” la receta.

Bajo el nombre de “salade russe”, el platillo cayó en manos de los españoles gracias al recetario francés “La cuisine classique” (1856) de Urbain Dubois. Y fue durante los años 40 y 50 en España, que el régimen franquista intentó cambiar el nombre a “ensaladilla imperial” o “nacional”.

Aunque el nombre original persiste, sigue sin estar claro quién exportó la receta o si originalmente contaba con ingredientes rusos.

Es “Poutine”, no “Putin”

Otro platillo que sufrió inesperadamente los efectos de la guerra, fue la poutine. Un platillo originario de Quebec a base de patatas fritas, queso y carne, que se ha llevado su fama más allá de Canadá.

Richard Drew/AP2010
Esta foto tomada el 11 de enero de 2010 muestra una porción de poutine en el Dive Bar de Nueva York.Richard Drew/AP2010

En Francia, los restaurantes “La Casa Mia” (Château-Arnoux-Saint-Auban) y “La Maison de la Poutine” (París, Toulouse) fueron objeto de amenazas e insultos desde la invasión rusa de Ucrania: mal momento para la palabra homófona del nombre del presidente del país invasor.

Ambos restaurantes tuvieron que lidiar con transeúntes escandalizados, y una oleada de acoso a través de comentarios y mensajes en sus redes sociales.

"Nuestro plato nació en Quebec en los años 50. Y hay muchas historias que contar sobre su historia", explicó el restaurante en un comunicado, antes de añadir que "la poutine fue creada por cocineros apasionados que querían llevar alegría y comodidad a sus clientes".

En el cartel de “La Casa Mia”, la palabra "poutine" ya ha sido borrada.

La disputa del borscht

El conflicto entre Ucrania y Rusia también ha traído a la luz viejas disputas, como la del “borscht” (borsch, borshch). Una sopa milenaria de remolacha y carne, que suele servirse con nata o rollos de ajo, y que se consume mucho en Rusia y Ucrania.

La cultura ucraniana de la sopa de remolacha ha sido incluida en la lista del patrimonio cultural inmaterial en peligro de la UNESCO, según informó el viernes la organización de la ONU. Algo que provocó las burlas de diplomáticos rusos. 

Efrem Lukatsky/Copyright 2021 The Associated Press. All rights reserved.
El borscht es sopa milenaria de remolacha y carne, que suele servirse con nata o rollos de ajo, y que se consume mucho en Rusia y Ucrania.Efrem Lukatsky/Copyright 2021 The Associated Press. All rights reserved.

"Si tuviera que explicar al mundo, desde un punto de vista culinario, lo que es el nacionalismo contemporáneo de Kiev, mencionaría este hecho: el hummus y el arroz pilaf son reconocidos como los platos nacionales de varios países", escribió la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zakharova.

"Pero, si he entendido bien, la ucranización se aplica a todo. ¿Qué será lo siguiente? Los cerdos serán reconocidos como un producto nacional ucraniano...", continuó en un mensaje en Telegram.

Ucrania había solicitado a mediados de abril que se incluyera la cultura de la sopa en la lista, alegando que el ataque del país por parte de Rusia el 24 de febrero y los meses de bombardeos posteriores amenazaban la "viabilidad" de la tradición que rodea al plato.

Boicots y sanciones

Además de los platillos erróneamente relacionados a Rusia, los productos nacionales fueron los primeros en sufrir con las numerosas sanciones impuestas por Occidente.

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Fue el caso del emblemático vodka, que sufrió un boicot internacional desde el norte del continente americano hasta Oceanía. A inicios de marzo, tres gobernadores estadounidenses ordenaron la retirada de las tiendas de estas bebidas alcohólicas. Países como Finlandia y Suecia siguieron el ejemplo. En Nueva Zelanda, en una de las mayores cadenas de venta de alcohol reemplazaron las botellas de vodka de las estanterías con banderas ucranianas.

Aunque el vodka procedente de Rusia representa sólo el 1% del valor total de las importaciones de la bebida en EEUU, al final del día, estos boicots han demostrado tener un valor más que nada simbólico. 

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