Ir a trabajar al campo supone un riesgo extremo en Ucrania. Sin embargo, algunas personas van a cosechar para ganar algo de dinero porque no hay otra alternativa.
Una cosechadora destruida por una mina.
Es el pan nuestro de cada día para muchos agricultores y trabajadores del campo ucranianos, que se arriesgan a cosechar bajo el fuego de los bombardeos del Ejército ruso.
Eduard Stukalo tiene 150 hectáreas en las afueras de Sloviansk, en la región de Donetsk.
"La gente no quiere ir allí a cosechar. Todos temen por sus vidas, por sus cosechadoras, por su maquinaria. Se trata de una situación muy grave", explica Eduard.
Ucrania representa el 10% del total del mercado mundial de trigo.
Sin embargo, el bloqueo en las exportaciones por vía marítima, pese al acuerdo impulsado por Turquía con el respaldo de Naciones Unidas, ha hecho caer los precios que cobran los productores y los silos siguen llenos.
"De alguna forma da miedo (trabajar aquí), pero es como una distracción. Es mejor que quedarse sentado en casa pasando miedo. Y además hay que ganar algo para vivir", dice Svitlana Gaponova, mientras recoge berenjenas.
Ir a trabajar al campo supone un riesgo extremo.
A veces las bombas explotan a 100 o 200 metros de las fincas.
No obstante, algunas personas deciden ir a cosechar para ganar algo de dinero porque no hay otra alternativa.