La República Checa se enfrenta a una de las tasas de inflación anuales más altas de la Unión Europea, con un aumento del 17 % del coste de la vida. Una situación provocada, en gran parte, por la ‘crisis energética’.
La República Checa se enfrenta a una de las tasas de inflación anuales más altas de la Unión Europea, con un aumento del 17 % del coste de la vida. Una situación provocada, en gran parte, por la ‘crisis energética’. Esto ha puesto de manifiesto la fuerte dependencia del país del gas de Rusia; los precios se disparan y los consumidores tienen dificultades para pagar sus facturas. El creciente aumento de la ‘pobreza’ ha alimentado el descontento de los votantes checos, que buscan respuestas en el partido de extrema derecha Libertad y Democracia Directa (SPD).
Los checos sufren
El periodista de Euronews, Bryan Carter, visitó Praga para conocer a algunas de las personas que sufren las consecuencias del aumento del coste de la vida.
Viera Dobrocka, quien es madre de un bebé de nueve meses, y actualmente se encuentra en el paro, no tuvo más remedio que mudarse a un ‘alojamiento social para madres solteras’, después de que los elevados costes de los alimentos y la energía hicieran que no pudiese pagar sus facturas.
Las personas mayores de la República Checa también son vulnerables. Dezider Galbavy, que vive con una pensión de 500 euros al mes, señala a Euronews que la situación es "indignante" y que "tiene miedo" de que las temperaturas bajen mucho este invierno.
Con el drástico aumento de las facturas, personas como Dezider se verán obligadas a recurrir a calentarse quemando madera y carbón, en lugar de encender la calefacción. Pero, incluso estas materias se están agotando.
El impacto en las empresas checas
El aumento de los costes energéticos también repercute en las empresas, lo que podría suponer la pérdida de empleo para muchos trabajadores checos.
Petr Novosad, director de la fábrica de vidrio de Harrachov, afirma que su empresa, que cuenta con 300 años de antigüedad, depende, en gran medida, del gas. No en vano, sus hornos funcionan con gas. Por eso, en la compañía están notando los efectos de la grave situación energética.
Así, el director de la fábrica de vidrio de Harrachov ha declarado a Euronews que, “si esta tendencia continúa, tendrá que reducir el número de empleados de la fábrica, que actualmente da trabajo a un centenar de familias”.
La respuesta del Gobierno checo
El aumento de las dificultades, desde principios de septiembre, ha llevado a miles de checos a protestar en las calles, pedir la dimisión del Gobierno y criticar, duramente, a la Unión Europea y a la OTAN.
Mientras muchos exigen un acuerdo sobre el gas, con Rusia, el Gobierno checo ha anunciado una serie de medidas económicas en un discurso a la nación televisado.
El primer ministro, Petr Fiala, ha propuesto límites a los precios de la energía para los hogares, los autónomos y las pequeñas y medianas empresas, así como para los proveedores de servicios públicos.
Impacto político
La energía ha dominado la agenda política, y el SPD ha triplicado su número de mandatos locales en todo el país, tras las elecciones municipales celebradas a finales de septiembre.
La desilusión con el Gobierno actual, combinada con la desconfianza hacia el principal líder de la oposición, Andrej Babiš, que se enfrenta a cargos de fraude, ha creado un terreno fértil para que el SPD gane popularidad, ya que ha hecho campaña en favor de las negociaciones con Moscú, sobre el gas.
El líder del partido, Tomio Okamura, ha sido objeto de críticas por sus opiniones sobre la Unión Europea y el multiculturalismo, así como por sus provocativas declaraciones con respecto a los musulmanes.
Okamura afirma que no es xenófobo, como algunos sugieren, pero que se opone a la postura de la Unión Europea sobre la migración, señalando que da lugar a una "incapacidad para ayudar a la gente durante una crisis".