España aprueba una ley para reconocer como españoles a los nietos de exiliados del franquismo

El transatlántico de Barcelona, Habana, atracó en Southampton, Inglaterra, el 23 de mayo de 1937
El transatlántico de Barcelona, Habana, atracó en Southampton, Inglaterra, el 23 de mayo de 1937 Derechos de autor Leslie Priest/AP
Por Laura Llach
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“Era una injusticia absoluta. Es algo que la vida nos debía después de tanto dolor”, cuenta Isabel, nieta de un exiliado del franquismo en México. La nueva Ley de Memoria Democrática permite recuperar la ciudadanía española a los descendientes de exiliados.

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Los últimos días de marzo de 1939 fueron la constatación de que la guerra civil española la estaba perdiendo el bando republicano. La imagen más clara se encontraba en los puertos y en los Pirineos por donde miles de personas huían cada semana.

Cuando el 1 de abril la radio anunció que las tropas de Franco habían alcanzado sus últimos objetivos, Sebastián Rodríguez -cuyo nombre ha sido modificado en este artículo para preservar la intimidad de la familia- recogió sus pertenencias y, junto a su mujer y sus hijos, partió rumbo a Francia.

Años más tarde, como miles de españoles, llegó a América Latina para comenzar una nueva vida lejos de la represión.

El pasado jueves entraba en vigor una ley en España que podría cambiar la situación de la familia de Sebastián. La nueva Ley de Memoria Democrática, aprobada por el Gobierno socialista, garantiza que puedan recuperar la ciudadanía española los descendientes de exiliados durante el régimen franquista.

Aunque no hay cifras exactas sobre cuántas personas podrían beneficiarse, en 2007, cuando se aprobó una legislación similar que ya no está en vigor, 70.000 latinoamericanos se convirtieron en ciudadanos españoles.

Esta norma establecía la posibilidad de adquirir la nacionalidad para aquellos que tuvieran padres españoles, y que era aplicable a sus hijos, siempre y cuando fueran menores.

La nueva ley amplía este derecho a aquellas personas que, a consecuencia del exilio, hayan perdido la nacionalidad y también a los hijos mayores de edad.

AP/AP1939
Niños refugiados de Cataluña en Perpignan, Francia, tras cruzar la frontera para huir de la guerra civil en España, el 9 de febrero de 1939.AP/AP1939

Geografía del exilio

Sebastián Rodríguez había sido un hombre de negocios muy conocido en España y simpatizante de la causa republicana. Durante la guerra civil, Franco le pidió que colaborase con él, a lo que se negó rotundamente por sus ideales. Al perder la guerra, no le quedó otra que marcharse del país dejando atrás sus posesiones.

Viajó junto a sus tres hijos, Antonio, Elvira y Remedios, fruto de una relación extramatrimonial. Por lo que, en España, nunca habían recibido el apellido paterno. Estuvieron años viviendo en Francia bajo la ocupación Nazi, hasta que un golpe de suerte les embarcó rumbo a México, un nuevo hogar al que llegaron sin papeles.

Remedios, la más pequeña de los hermanos, enfermó durante la travesía. Llegó muy débil al puerto de Veracruz y falleció días más tarde.

Al resto de los hermanos, se les hizo una nueva partida de nacimiento nada más pisaron México en la que sí recibieron el apellido paterno que se les había negado en España.

“Durante muchos años no pudimos pedir la nacionalidad española porque los apellidos de mi padre no coincidían en su partida de nacimiento española con respecto a la mexicana”, cuenta Isabel, hija de Antonio y nieta de Sebastián.

“Tras ir a juicio logramos que reconociesen que mi padre era la misma persona en España que en México”, añade.

El problema fue que este reconocimiento llegó cuando parte de los descendientes de tercera generación ya eran mayores de edad, por lo que no se les permitió solicitar la nacionalidad. La única que pudo obtenerla fue la nieta más pequeña de Antonio.

Ahora, con la nueva ley publicada en el Boletín Oficial del Estado español la esperanza ha vuelto para miles de latinoamericanos que ya daban por perdida su nacionalidad.

AP/AP1937
Refugiados a bordo del barco de vapor Chateau Kelmer mientras sale hacia un puerto de refugio francés, 21 de mayo de 1937.AP/AP1937

Resarcir a las víctimas de la guerra civil

Según el propio ministerio de Justicia, el objetivo general de la ley es resarcir a las víctimas de la Guerra Civil Española. De esta forma, amplía las opciones para obtener la nacionalidad a quienes nacieron fuera de España y cuyos padres o abuelos hayan perdido o renunciado a la nacionalidad española por diversas razones.

También afecta a otros grupos, como los hijos de las mujeres españolas que perdieron su nacionalidad por casarse con extranjeros, o los hijos mayores de edad de aquellos españoles a quienes les fue reconocida su nacionalidad con la ley de 2007.

“Era una injusticia absoluta que parte de mi familia no pudiese tener la nacionalidad española. Se me hacía espantoso que mi hija no la tuviese. Es algo que la vida nos debía después de tanto dolor”, señala Isabel.

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A su hija Andrea, la noticia sobre la nueva ley le pilló completamente por sorpresa. “Pensé que no iba a suceder nunca, así que me había resignado a que mi madre y mi hermana eran españolas pero yo jamás podría serlo”, sostiene.

“Me hace muy feliz recuperar la nacionalidad de mi abuelo”, añade.

Todavía faltan detalles sobre el proceso para pedir la nacionalidad. Andrea cuenta que ella comprueba todos los días la página web del consulado de España en Guadalajara, donde tramitará su petición, pero todavía no han especificado fechas ni plazos concretos. Lo único que se sabe es que estará en vigor hasta 2024.

Bufetes desbordados con peticiones

Tan solo el bufete español Echeverria Abogados ha recibido, desde que entró en vigor la nueva ley, entre 500 y 1.000 solicitudes de personas interesadas en pedir la nacionalidad española.

“No damos abasto. Llevábamos tres años esperando a que esta ley se hiciera efectiva y han aumentado más de un 100% las consultas. Está siendo algo increíble”, cuenta la directora del bufete, Viviana Echeverría.

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Para la abogada, el hecho de que la petición tenga que solicitarse a través de los Consulados españoles complica el proceso.

“Es terrible que se tenga que canalizar por medio de los Consulados que ya de por sí tienen mucha carga de trabajo. En países como Argentina han llegado a tardar cinco meses en dar una cita para el visado. No me quiero imaginar lo que tardarán en dar citas para este trámite”, señala.

Preocupa el hecho de que el retraso en las citas pueda suponer que algunos ciudadanos se queden sin poder solicitar la nacionalidad porque durante el proceso expire el plazo.

“Es un proceso largo y buscar la documentación lleva tiempo. Si a esto se le añade que tardan en darte la cita, probablemente mucha gente se quedará fuera, porque la ley solo estará en vigor dos años”, zanja.

Todavía se desconoce una cifra aproximada sobre cuántas personas podrían llegar a solicitar la nacionalidad española. Entre 1939, cuando terminó la guerra civil, y la aprobación de la Constitución democrática en 1978, se calcula que 2 millones de españoles huyeron del régimen.

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