Las mujeres y los hijos del ISIS vuelven a España ¿por qué ahora se han aceptado las repatriaciones?

Los niños se reúnen fuera de sus tiendas en el campamento de al-Hol, que alberga a familias de miembros del grupo Estado Islámico, en la provincia de Hasakeh, Siria, 1 de mayo
Los niños se reúnen fuera de sus tiendas en el campamento de al-Hol, que alberga a familias de miembros del grupo Estado Islámico, en la provincia de Hasakeh, Siria, 1 de mayo Derechos de autor AP Photo/Baderkhan Ahmad, File
Por Marta Rodriguez Martinez con AP
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"Las consideraciones a la hora de afrontar el dilema de la repatriación que han enfrentado los países europeos eran de índole legal, política, pero desde luego también humanitaria".

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El marido de Yolanda llegó a España para trabajar como escayolista. Pero dos años más tarde, se quedó en paro. La construcción era uno de los sectores más afectados por la crisis económica y no volvió a encontrar trabajo. Entonces empezó a ocupar su tiempo yendo a una mezquita de Madrid. Allí se podía reunir con gente de su país, hablar en su idioma y pasar las tardes de invierno al calor sin pagar una consumición. 

"Y es en ese contexto, con esa frustración de haber venido a España en busca de un mundo mejor, pero no estar encontrando ese futuro, es cuando empieza a sufrir ese proceso de radicalización", relata la periodista Pilar Cebrián, autora del libro 'El Infiel que habita en mí: Los europeos que viajaron al califato del Estado Islámico'.

En 2014, Yolanda y su marido se unieron al autodenominado Estado Islámico. Ese mismo año, cuando empezaron a ser investigados por la Audiencia Nacional, decidieron huir a Siria, al califato.

Yolanda Martínez es una de las cuatro mujeres y 14 niños que el Gobierno de España ha aceptado repatriar esta semana desde dos campos de prisioneros en Siria, Al Roj, al límite con Turquía, y Al Hol, cerca de la frontera con Irak.

Cebrián las entrevistó para su libro cuando acababa de llegar a los campamentos en 2019. Llevaban apenas tres meses detenidas tras el desmantelamiento del califato. "Se encontraban desorientadas porque los últimos meses de batalla fueron tremendos". 

Creían que la repatriación era inminente. Entre otros motivos, relata Cebrián, porque el Estado español, se habían puesto en contacto con ellas y les había hecho firmar unos documentos.

Se equivocaban. El Gobierno español ha tardado hasta tres años en dar luz verde a su repatriación.

Maya Alleruzzo/Copyright 2019 The AP. All rights reserved.
En esta foto del 31 de marzo de 2019, mujeres compran en el mercado del campamento de al-Hol en la provincia de Hasakeh, Siria.Maya Alleruzzo/Copyright 2019 The AP. All rights reserved.

¿Por qué ahora?

La periodista Pilar Cebrián cree que la atención médiática a la guerra de Ucrania tiene algo que ver con la decisión de iniciar el proceso de repatriación. "El foco de la noticia ha cambiado de lugar y eso sin duda está haciendo que sea más fácil para los políticos traer de vuelta a estas mujeres y a estos niños que pertenecieron al Estado Islámico en Siria y en Irak".

"Los países europeos han sido muy reticentes", coincide Carola García-Calvo, investigadora principal del Programa sobre Radicalización Violenta y Terrorismo Global del Real Instituto Elcano, pero explica que el deterioro de la seguridad en la zona y las condiciones de vida insalubres en los campamentos han hecho aumentar la presión internacional.

Turquía ha lanzado en los últimos días una avalancha de ataques aéreos contra presuntos objetivos de militantes kurdos en el norte de Siria e Irak, en represalia por un mortífero atentado del 13 de noviembre en Estambul que Ankara atribuye a los grupos militantes.

Y mientras la ofensiva turca contra los kurdos se recrudece, grupos afines al Estado Islámico se infiltran en los campamentos para revivir la ideología del califato.

"Las condiciones de seguridad se hacían cada vez más insostenibles", señala García-Calvo.  "Reiteradamente han aparecido los cuerpos sin vida de individuos que estaban en estos campos".

El pasado 15 de noviembre, el cuerpo decapitado de dos niñas egipcias apareció en el campamento de Al Hol. Estos crímenes suelen ser cometidos por miembros de células durmientes del Estado Islámico, especialmente contra mujeres que se resisten a acatar la ideología extrema del grupo.

Médicos Sin Fronteras, que gestiona clínicas móviles y también para pacientes con enfermedades crónicas en el campamento, dijo que las políticas antiterroristas han atrapado a miles de civiles en un ciclo de detención indefinida, peligro e inseguridad.

"No olvidemos que estamos hablando de individuos que partieron, que tenían pasaporte europeo", señala García-Calvo. "Por lo tanto, los países tienen una responsabilidad adquirida a través de los distintos convenios existentes de dar asistencia a sus nacionales". 

Las repatriaciones de varios países comenzaron el pasado verano. La investigadora señala el liderazgo ejercido por Estados Unidos que fue uno de los primeros en iniciar el proceso.

Cebrián apunta como otro elemento desencadenante el hecho de que Francia tomara también esta iniciativa.

 "Era uno de los países más reticentes a traer a los supervivientes del Estado Islámico", señala, "no solamente porque Francia ha sido especialmente golpeada por la violencia del terrorismo yihadista, sino porque era una política de Macron no traer de vuelta a nadie". 

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Sin embargo, el Elíseo ha autorizado las repatriaciones. En octubre, 40 niños y 15 madres volvieron al país galo. 

"Por eso, en España las cosas están cambiando".

Crecer en un "guantánamo"

Los niños que crecen en estos campamentos no aprenden a leer ni a escribir. No tienen acceso a productos alimentarios básicos para su desarrollo cognitivo y físico como la carne, el pescado, la fruta o la verdura. Allí, solo hay pan y legumbres. Y las infecciones y las enfermedades como la gripe o la neumonía son continuas. En invierno soportan temperaturas bajo cero y en verano, los termómetros superan los 50.

Son niños varados en el hostil desierto Sirio. Sus extermas condiciones de vida son las que han motivado las primeras repatriaciones de los supervivientes del Estado Islámico, indica Pilar. Los Estados no pueden mirar para otro lado, es su responsabilidad encargarse de ellos.

"Estamos hablando de niños españoles que son inocentes que están creciendo en un campo de concentración no solamente privado de su libertad, sino de todos los tipos de derechos y sus Estados que deberían ser responsables, ya que se ha demostrado que sus padres no han cumplido con esa labor de responsabilidad sobre sus hijos".

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Al Hol alberga a unas 55.000 personas, entre ellas unos 28.500 iraquíes y unos 8.000 partidarios de la línea dura del ISIS procedentes de otros 54 países, según las últimas estadísticas publicadas por la administración del campo.

El campamento ha sido durante mucho tiempo caótico, con militantes duros entre su población que imponen su voluntad a los demás y tratan de impedir que cooperen con las autoridades kurdas sirios que lo custodian. Pero el aumento de los asesinatos y la violencia les hacen cada vez más difícil controlarlo.

La mayor parte de la población son mujeres y niños.

"Los menores son siempre considerados víctimas", apunta Carola García-Calvo. "Ellos no eligieron ir al conflicto y tampoco nacer en zona de conflicto. Y desde luego, la situación que enfrentan estos menores tiene tenía que ser subsanada porque se estaban violando las convenciones internacionales y los derechos de estos de estos niños menores de edad".

AP Photo/Baderkhan Ahmad, File
Unas mujeres caminan en el campamento de al-Hol, en la provincia de Hasakeh, Siria, 1 de mayo de 2021.AP Photo/Baderkhan Ahmad, File

Las mujeres del califato: ¿víctimas o victimaras?

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Lo que supone realmente un dilema para los Estados no es la repatriación de los hijos, sino de las mujeres de los yihadistas. ¿Hasta qué punto estuvieron involucradas en las atrocidades que ocurrieron durante el califato? ¿cuánto sabían de la organización terrorista?

"Las mujeres han sido un activo muy importante en el proyecto de Estado Islámico y desde luego han sido fundamentales para la consolidación de los territorios que en su momento dominó el Estado Islámico", apunta García Calvo.

A Cebrián, le dijero que habían visto poco y le describieron sus vidas como el de unas simples amas de casa, ajenas al combate, cuya función en el califato era el cuidado de la casa, los hijos y sus maridos. 

- ¿Conocían algún tipo de información relacionada con la estructura de la organización? ¿Habían visto algún tipo de frente bélico o habían entrenado en armamento?

- No.

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"Y yo creo que es cierto", añade Cebrián. "Todas, de todas las nacionalidades, todas las mujeres, me han dicho lo mismo: 'Yo me encontré aquí de repente, engañada por mi marido y después ya no pude huir. No podía dejar a mis hijos en esta situación'".

Pero cuando la periodista conseguía profundizar más en la conversación se daba cuenta de que sí que comulgavan con algunos de los principios del califato: "el musulmán está totalmente oprimido en Europa, somos ciudadanos de segunda categoría".

"Justificaban algunas de las barbaridades que ha cometido el Estado Islámico", añade.

García Calvo describe el perfil de las mujeres de los yihadistas como muy jóvenes, "de promedio cinco años más jóvenes que sus correligionarios varones", y en mayor medida solteras.

Dos de ellas, principalmente, Yolanda y Luna, son conversas", añade Cebrián. "Mujeres que proceden de familias no musulmanas y que después de iniciar una relación amorosa con con una persona que es musulmana, es cuando deciden convertirse y después de convertirse junto con sus parejas, inician este proceso de radicalización".

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"Es muy difícil probar la culpabilidad o la inocencia de estas personas. Porque el califato ha consistido en un agujero negro de pruebas. Nadie sabe realmente que han hecho".

Cebrián cree que si no fuera por los niños, los Estados europeos habrían dejado a las mujeres en Siria.

Lo más probable es que sean detenidas y puestas a cargo de la Audiencia Nacional nada más aterrizar en España, mientras que sus hijos pasaran por un examen médico y "si las autoridades así lo consideran, pasarán a la custodia de los abuelos".

¿Están arrepentidas de haber dejado sus vidas en España para vivir en el califato?  Pilar Cebrián dice que muchas de ellas sí. No tanto por haber abrazado la yihad, sino por haber puesto a sus hijos en peligro.

"Han vivido absolutas calamidades. No solamente han tenido que comer hierba sus hijos o les han tenido que hacer dodotis con bolsas de basura, han tenido que esconderse en cuevas durante los períodos más duros de los bombardeos, beber aguas de charcas. Y algunas han visto morir a sus hijos".

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