Ucrania | Pequeños comercios luchan contra la adversidad y mantienen abiertas sus puertas en zonas del frente ucraniano. En Mikolaiv, un taller de cerámica acoge a los niños para que olviden la guerra. Otra empresa hace casas para los desplazados
Esperanza frente a la adversidad. Eso es lo que proporcionan algunos comercios en las ciudades ucranianas del frente. Empresas a las que la guerra ha golpeado de forma muy dura, pero que, en lugar de echar el cierre, se han movilizado para tratar de mejorar la vida cotidiana de sus vecinos.
Una de ellas es un estudio de cerámica que hemos visitado en Mikolaiv.
"Decidimos salir de ese estado de espera cotidiana a que acabara la guerra. Así que volvimos a abrir. ¿Y qué empezamos a hacer?", pregunta Katia a su compañera del estudio.
"Empezamos a hacer talleres para niños a cambio de un donativo de cualquier cantidad -responde Ania-. Entonces en Mikolaiv no había casi nadie... Empezaron a venir niños de los edificios de alrededor. Se distrajeron de la guerra y nosotros también. El trabajo con los niños y la arcilla realmente nos reconforta y ayuda a olvidar al menos un poco lo que ocurre alrededor".
Una niña con una gran sonrisa en el rostro nos muestra su creación. "Es una taza de gato, podré sujetarlo por la lengua", explica.
"Esto es lo que necesitan los niños de Mikolaiv -afirma la madre de la niña-. A mi hija le gusta mucho estar aquí porque puede crear cosas y distraerse. Y jugar con otros niños, porque todos sus amigos se fueron de la ciudad".
Los materiales para los talleres son ahora mucho más difíciles de conseguir, pero el estudio se las arregla para mantener sus puertas abiertas todos los días para niños y adultos.
Un fabricante de parques infantiles reconvertido en constructor de casas para desplazados
Varios negocios y un almacén humanitario quedaron destruidos cuando cuatro cohetes impactaron en esta zona a las afueras de Mikolaiv.
Un fabricante de parques infantiles y pequeñas infraestructuras para la ciudad vio reducidas a escombros sus oficinas e instalaciones de producción. Solo quedó en pie una pequeña parte.
Tras perder aquello por lo que habían trabajado durante décadas, los propietarios del negocio encontraron fuerzas para comenzar algo nuevo y poner su grano de arena para tratar de ayudar a sus compatriotas.
"Con el equipo que hemos desenterrado queremos hacer casas pequeñas para los desplazados internos, para los que perdieron su hogar, utilizando tecnologías para que se puedan levantar rápidamente", nos cuenta Yuri Horobets, uno de los propietarios.
Proyectos como este se pueden aprovecharse de inmediato, ya que los pueblos de los alrededores de Mikolaiv y Jersón, recientemente liberados de la ocupación rusa, a menudo están en ruinas.
Las familias que una vez vivieron aquí están repartidas por todo el país y tienen la esperanza de volver a dormir algún día bajo su propio techo.