La faceta más original y vanguardista de Frida Kahlo, en su vida y en su obra, triunfa en París

Frida fumando
Frida fumando Derechos de autor Antonio Kahlo
Por Feyrouz
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Cuando se van a cumplir siete décadas desde su muerte, la artista mexicana sigue fascinando tanto por su obra como por su vida, ambas intrínsecamente ligadas, siendo la resiliencia, la libertad y la originalidad sus marcas de identidad.

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Frida Kahlo, la mujer y la artista, indisociables; una faceta mostrada como nunca en "Más allá de las apariencias" en el Museo de la Moda en París, en el Palacio Galliera, que no es una exposición más sobre la artista mexicana.

Y así lo atesta su contudente éxito, ya que aunque se termina en marzo, ya no quedan entradas disponibles. Porque esta muestra refleja como nunca la simbiosis entre su obra y su vida.

Los tres accidentes de Frida

No se puede entender la obra de Frida Kahlo sin los dos percances que marcaron su vida, la poliomielitis, que le dejó paralizada la pierna derecha cuando tenía 6 años,  y el grave accidente de tráfico cuando tenía 18 años que le ocasionó la perforación de la pelvis y fracturas en la columna vertebral, la clavícula y varias costillas. Aunque ella solía decir, bromeando, que tuvo otro "accidente" más: su encuentro con el pintor Diego Rivera, que fue su marido.

Frida Kahlo supo convertir su minusvalía en una plusvalía. Empezó a pintar tras el accidente de tráfico que la obligó a estar encamada durante meses. Con la ayuda de un espejo colocado encima de su cama hacía autoretratos y convirtió los corsés ortopédicos que tenía que llevar en obras de arte donde también reivindicaba sus opiniones políticas.

Florence Arquin
Frida Kahlo luciendo uno de sus corsés personalizadosFlorence Arquin

La vestimenta 'reivindicativa'

La vestimenta se convirtió, de hecho, para ella, en una forma de reivindicar sus origenes indígenas por parte de su madre, y a la vez de disimular su discapacidad. 

Los trajes tradicionales mexicanos de Michoacán, Oaxaca y Cayoacán, que lució a través del mundo entero, le permitían encubrir su corsé con la amplia blusa huipil y esconder su pierna dañada por la poliomielitis con las largas faldas.

Laurent Julliand/Laurent Julliand / Contextes
Varios trajes de Frida presentados en la muestraLaurent Julliand/Laurent Julliand / Contextes

Frida Kahlo era también una mujer coqueta, que incluso estando encamada se pintaba uñas y labios de un rojo intenso, y con una vida amorosa igual de intensa en la que tuvo varios amantes más o menos famosos como León Trostki o el fotográfo Nickolas Muray, que la retrató como nadie, y cuyas fotos destacan en esta exposición. Un arte de posar al que Frida estaba acostumbrada desde niña ante la cámara de su padre, fotográfo profesional.

Nickolas Muray
Frida fotografiada por Nickolas MurayNickolas Muray

Pero la instantánea más espontánea presentada fue tomada por otro de sus amantes, Julien Levy, artífice de su primera exposición monográfica en Nueva York, que la captó mientras trenzaba su pelo, al despertar.

Mae Belle Vargas/Philadelphia Museum of Art
Frida peinándose, foto tomada por Julien LevyMae Belle Vargas/Philadelphia Museum of Art

Artista y artesana, Frida Kahlo, pintaba pero también hacía sus propias joyas con piezas "recuperadas" de objetos prehistóricos de la cultura precolombina.

@JavierHinojosa/ museo Frida Kahlo
Un collar realizado for Frida@JavierHinojosa/ museo Frida Kahlo

Más allá del autoretrato

En cuanto a su obra pictórica, más allá de los autoretratos, se presentan cuadros que revelan la visión de Frida sobre el mundo como un original 'collage' y óleo de Nueva York donde denuncia la 'Gran Depresión' de los años 30 provocada por el 'capitalismo salvaje', o un cuadro para pedir aviones para los republicanos durante la guerra civil española, titulado 'Piden aeroplanos y les dan alas de petate', ambos presentados en su primera exposición en París en 1939, organizada con el apoyo del surrealista Marcel Duchamp.

La exposición del Palacio Galliera, realizada en estrecha colaboración con el Museo Frida Kahlo, muestra, además, por primera vez en Francia el  apecto  más intimo de la artista, al reunir más de 200 objetos procedentes de la Casa Azul, la casa donde nació y creció Frida: ropa, correspondencia, accesorios, cosméticos, medicamentos, prótesis médicas... Estos efectos personales fueron precintados por su marido Diego Rivera, cuando ella murió en 1954, y redescubiertos cincuenta años después, en 2004.

Y cuando se van a cumplir siete décadas desde su muerte, la artista mexicana sigue fascinando tanto por su obra como por su vida, siendo la resiliencia su marca de identidad.

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