El movimiento podría salvar al mundo de un sedentarismo que es letal

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Derechos de autor Ignacio Brosa
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Por Euronews
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El sedentarismo es, actualmente, la cuarta causa de muerte en el mundo. Es un problema que, a menudo, se confunde con la pereza y una elección personal pero, en realidad, el problema es geográfico, sistémico y está entretejido en la estructura de la vida moderna.

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Si le pidiera, antes de la pandemia, que pensara en la salud pública, probablemente su mente se dirigiría hacia las iniciativas de vacunación contra la gripe, las campañas de alimentación saludable y los carteles que nos advierten de los peligros del tabaquismo. Probablemente, no pensaría en la planificación urbana. Pero, si queremos combatir de verdad una de las peores crisis sanitarias que tenemos entre manos, debería ser una preocupación para la salud pública.

El sedentarismo es, actualmente, la cuarta causa de muerte en el mundo. Es un problema que, a menudo, se confunde con la pereza y una elección personal pero, en realidad, el problema es geográfico, sistémico y está entretejido en la estructura de la vida moderna. En resumen: si queremos arreglar nuestro mundo, cada vez más sedentario, tenemos que rediseñarlo.

El corresponsal político y aficionado al ciclismo Peter Walker dedica un capítulo de su nuevo libro, precisamente, a esta cuestión. 'The Miracle Pill: Why a sedentary world is getting it all wrong' es una lectura reveladora, que aborda nuestro problema de sedentarismo global y sugiere soluciones a los lectores.

Cuanto más leía, más ganas tenía de abandonar el sofá y ponerme en movimiento. Después de un par de capítulos, acabé descargando la versión de audio para poder pasear por mi barrio mientras escuchaba las aparentemente interminables y sombrías cifras sobre la magnitud de nuestro problema de 'inactividad física'.

Actualmente, 1 500 millones de personas en todo el mundo son tan sedentarias que ponen en riesgo su salud física a largo plazo. Se calcula que, cada año, mueren 5,3 millones de personas por causas relacionadas con la falta de actividad; aproximadamente la población de Noruega. En torno a un 80 % de los niños británicos, se mueve tan poco que, los menores, se enfrentan a un futuro con sistemas cardiovasculares poco desarrollados, huesos débiles y enfermedades crónicas.

Estas son solamente tres de las muchas estadísticas que Walker presenta y explora en su libro. Pero lejos de ser una lectura que induzca a la culpabilidad y haga que el lector se avergüence de su trabajo de oficina o de su dependencia del coche, Walker consigue infundir un implacable sentimiento de esperanza en su libro.

A lo largo del mismo se deja claro, una y otra vez, que los patrones pueden invertirse, que la salud puede mejorar y que nunca es demasiado tarde para empezar a moverse.

Sin embargo, lo más importante es que Walker nunca asigna la culpa de esta crisis de salud pública a los individuos. No nos hemos vuelto todos colectivamente perezosos a una escala global catastrófica: el problema es mucho mayor y más estructural que la elección de una persona de cambiar el ejercicio por plataformas como, por ejemplo, Netflix.

¿Qué relación tiene el urbanismo con la inactividad?

La solución a esta crisis del sedentarismo requiere, en parte, un replanteamiento del diseño de nuestras ciudades. "Hemos diseñado el mundo de tal manera que, en muchísimos lugares, conducir es más o menos lo único que se puede hacer", explica Walker.

"Pero, si todos pudiéramos aprovechar el poder de la actividad, nuestras vidas podrían cambiar radicalmente", añade.

El nombre del libro, 'The Miracle Pill' (La píldora milagrosa), se refiere a un estudio realizado en Dinamarca en el que se hizo un seguimiento a 30 000 personas seleccionadas al azar, a lo largo de 15 años. Tras ajustar todos los demás factores, las personas que iban y venían del trabajo en bicicleta (un trayecto medio de apenas 15 minutos en todo el grupo) tenían un 40 % menos de probabilidades de morir durante el periodo de la investigación.

"Este tipo de estadísticas ayuda a entender por qué algunos expertos pueden ponerse un poco nerviosos cuando hablan de actividad", escribe Walker en el libro. "También es la razón por la que muchos de ellos comparan el movimiento diario con la píldora milagrosa".

Sostiene que, "si un equipo de científicos descubriera un fármaco con los mismos efectos de mejora de la vida, un Premio Nobel estaría más o menos garantizado". Sin embargo, a pesar de los evidentes beneficios para la salud de las personas y del planeta, no se ha dado ninguna receta de este tipo para el movimiento masivo.

A lo largo del libro, los expertos con los que habla Walker explican, repetidamente, que el descenso de los niveles de actividad global se debe a que hemos eliminado sistemáticamente la necesidad de "ejercicio incidental" de nuestras vidas. El 'ejercicio incidental' es la actividad que se produce de forma natural a lo largo del día. No se trata de algo intencionado sino, de cosas como ir a la tienda o ir al trabajo en bicicleta.

Como cada vez somos más los que trabajamos sentados ante un escritorio, vamos en coche al supermercado y, sobre todo ahora, ni siquiera tenemos que desplazarnos al trabajo, es cada vez más fácil ser sedentario durante la mayor parte del día.

Aaron Doucett
Boston, Estados Unidos.Aaron Doucett

Sin embargo, los niveles de actividad tienden a ser mejores en las ciudades.

"Hay más gente que, incluso, camina 10 minutos para coger un autobús o un tren, en lugar de subirse a su coche y conducir directamente a donde tiene que ir", explica Walker.

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"Así que, mis exhortaciones para que la gente vaya más en bicicleta y a pie son estupendas si vives en la ciudad o incluso en un pueblo pero, si vives en una especie de aldea pequeña y tu tienda más cercana está a uno o dos kilómetros de distancia y ni siquiera hay una acera para llegar, entonces, a menudo, la única opción segura es conducir", declara.

Y, pone como ejemplo los Países Bajos, amantes del ciclismo. "Los holandeses son muy conocidos por tener carriles para bicicletas en las zonas urbanas pero, también, en muchas zonas rurales tienen una especie de carril peatonal y para bicicletas, separado.

"Ese es el tipo de cosas en las que hay que pensar. Hay que pensar en cómo se pueden diseñar los lugares para que la gente se mueva. Hasta cierto punto, esto radica en la remodelación de las ciudades y pueblos, permitiendo más ciclismo y más caminatas", apunta Walker.

"El caso más interesante es el de los barrios de bajo tráfico, que se están introduciendo, en parte, en Londres y en muchas otras ciudades, para facilitar el uso de la bicicleta y los desplazamientos a pie", relata.

Pero, que se produzca un cambio como este, añade Walker, depende de nuestros Gobiernos.

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"Necesitamos que el Gobierno central se implique. Es demasiado grande para dejarlo en manos de los Ayuntamientos".

Conseguir que los políticos tomen nota, sin embargo, es un asunto totalmente distinto.

"Una vez le pregunté a la directora del sindicato holandés de ciclistas qué haría si estuviera en Gran Bretaña para conseguir más flexibilidad. Me contestó: 'Bueno, yo empezaría 30 o 40 años antes del momento en el que ahora estáis vosotros'. Y eso es casi lo más difícil porque, nadie quiere estar en ese punto de partida".

La pandemia puede haber ayudado a cambiar las perspectivas

Hace casi un año, cuando gran parte de Europa entraba en la primera oleada de confinamientos, llegaban noticias de todo el continente sobre la 'recuperación' de la naturaleza y la fauna. En el Reino Unido, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, se impuso el ejercicio diario a la nación, ya que se nos permitía, a cada uno, estar una hora fuera de nuestras casas para movernos.

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"Los parques empezaron a parecerse a una especie de sanatorio victoriano idealizado, lleno de corredores, caminantes a paso ligero, gente saltando o levantando pesas", escribe Walker en la introducción de su libro.

Cuando hablo con Walker, cuenta la periodista autora del reportaje, reflexiona sobre cómo reaccionó la gente a estas primeras semanas de 'encierro'.

"Mucha gente que vive en zonas urbanas tuvo este periodo en el que, de repente, pensó: 'Oh, Dios mío. El cielo es realmente azul, la contaminación y el humo se han ido, el aire parece puro'. Y, a mucha gente le gusta mucho eso. Y, a muchos les gustaba el hecho de poder ir en bicicleta por las calles de su localidad; no había tráfico en las carreteras".

Un año después de la pandemia, mucha gente "estará bastante desesperada por volver a la oficina", advierte. Pero, no cabe duda de que ha habido un deseo generalizado de mejorar la calidad del aire, reducir el tráfico y aumentar las conexiones con los espacios verdes.

Antes de la COVID-19, la idea de que los Gobiernos (especialmente en el Reino Unido) intervinieran en la salud pública de forma tan drástica como hemos visto en el último año, habría sido inimaginable. Pero Walker cree que este mismo tipo de enfoque es necesario cuando se trata del sedentarismo.

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"Hemos tenido un periodo en el que negocios enteros han estado más o menos cerrados durante un año para salvar muchas vidas. Pero podría decirse que la inactividad, durante dos, tres o cuatro años, matará a más personas que el virus.

"Existe la idea de que quizá se ha elevado el listón de lo que el público aceptará en términos de intervenciones sanitarias".

¿Cuándo se hará realidad el poder de la 'píldora milagrosa'?

Aunque los Países Bajos son pioneros en cuanto a diseño urbano, que fomenta el movimiento, las cifras en la UE siguen siendo desalentadoras. Dos tercios de la población adulta no alcanzan los niveles mínimos de actividad necesarios para estar sanos.

Sin embargo, según Walker, una revolución podría estar a punto de producirse. Aunque está claro que había que empezar por situarse décadas atrás en el tiempo, 'las cosas podrían cambiar muy, muy rápido'.

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Utiliza una analogía de su primer libro, 'How Cycling Can Change the World' (Cómo el ciclismo puede cambiar el mundo), sobre cómo las bicicletas representaban la presencia dominante en las carreteras de Gran Bretaña en 1890.

"Hubo un largo debate sobre si se debía permitir la entrada en escena del movimiento motorizado", explica Walker.

"Se veía como una especie de innovación, una novedad; esa gente extraña que conducía coches con un hombre delante agitando una bandera. Pero, en 20 años, los ciclistas prácticamente habían desaparecido. Los coches se habían impuesto aunque nadie lo esperase".

"Así que, estas revoluciones llegan y no son, necesariamente, esa que estabas esperando. Pero, ya se sabe, las cosas pueden cambiar muy, muy rápidamente", considera Peter Walker.

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