Los nuevos sindicatos rusos

Los nuevos sindicatos rusos
Por Euronews
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20 años después de la caída de la Unión Soviética, vuelve a nacer en Rusia el movimiento obrero. Kaluga se ha convertido en la sede de tres grandes plantas automotrices. Obra de uno de los sindicatos más activos en el país. El sindicato interregional de la industria automovilística, MPRA.

“Para Marx” es la película de la directora rusa Svetlana Baskova que se ha atrevido a abordar el tema de los sindicatos independientes en la Rusia de hoy.

¿Por qué ha escogido una temática tan espinosa?

“Los sindicatos son para mi un símbolo de la lucha por la dignidad. La gente- yo diría que más que poder “quiere” defender su dignidad. Y lo desean tanto que los ciudadanos están dispuestos a arriesgarlo todo. Es la única institución en la que todavía pueden creer.”

Tras la desaparición de la Unión Soviética en 1991, los sindicatos han vivido una década negra: un éxodo masivo de sus afiliados, por la imposibilidad de defender los derechos de los trabajadores a causa del mal funcionamiento del Estado centralizado y del sistema jurídico. El impago de los salarios era algo corriente, lo que provocó numerosas protestas en todo el país.

Hoy, el sindicalismo ruso ha vuelto a tomado un nuevo impulso: el número de sindicatos independientes no cesa de crecer, liderados por una nueva élite. Los trabajadores son cada vez más conscientes del valor de la defensa de sus derechos. El recién creado partido “Unión por el trabajo” es fruto de ello. MPRA (Sindicato interregional de obreros de la industria del automóvil) es uno de los más combativos. Fue fundado en 2006, hoy cuenta con 4.000 miembros repartidos por varias regiones donde hay instaladas fábricas de coches.

En Kalouga, la voz cantante, en cuestiones sindicales la lleva Dimitry Kojnev:

“En realidad durante la era de la Unión soviética era muy diferente: no existió enfrentamiento entre patrón y trabajador. Los sindicatos eran en realidad una estructura estatal más que se ocupaba de todas las cuestiones sociales. Decidía las vacaciones pagadas, distribuía las plazas de guardería, quien tenía derecho a un piso, todo lo que puedas imaginar, excepto la lucha por los intereses de los trabajadores. Hoy tenemos un capitalismo en regla, con todas las consecuencias que eso comporta, incluyendo la lucha de clases.”

MPRA ha mostrado su eficacia desde sus orígenes, liderando huelgas que han obligado a los patronos a retroceder y replegarse: Ford en Vsevoljsk, Folksvagen en Kalouga, la filial de GM en Toliatti; o la de Renault en Moscú son algunos ejemplos.

Una de las más sonadas tuvo lugar a finales de marzo de este año en Benteler. Durante tres días los trabajadores bloquearon la producción provocando una escasez en las piezas de recambio de la filial de Volkswagen. Pese a las amenazas, la dirección acabó cediendo y se llegó a un acuerdo colectivo.

Los miembros del MPRA que negociaron el acuerdo son intocables. Denis, obrero en la cadena de montaje y simple afiliado no ha tenido la misma suerte. Poco después de haber participado en la huelga recibió una carta de despido bajo pretexto de que se ausentó un día por enfermedad.

“ El jefe de seguridad de la planta me preguntó si yo era miembro de la MPRA. La propia insinuación suponía que tenía que marcharme, lo que acepté. Si no lo hubiera hecho, habría tenido problemas. Nos dimos la mano y nos despedimos. Al día siguiente me llamó y me pidió que firmara una una carta en la que certificaba un día de absentismo laboral. Por eso me despidieron, aunque ellos lo llamaron “desacato a las normas”.

Denis, con la ayuda de un abogado del sindicato demandó a la empresa. Cree que tiene 90% de posibilidades de ser reincorporado a la fábrica y si fuera el caso, promete involucrarse aún más en las filas de MPRA.

La presión sobre los miembros de la organización va en aumento. La policía local, según ha presenciado Dimitry, ha intentado forzar a los miembros del sindicato para que aporten información sobre los puntos débiles de la MPRA. Algo que sembró total rechazo. La nueva ley sobre las reuniones podría complicar aún más las actividades sindicales, especialmente en lo que se refiere a la organización de concentraciones, y durante la celebración de huelgas.

Estos nuevos sindicatos son considerados “alternativos” en oposición al sindicalismo tracional, como FNPR, heredero de la federación sindical de la época soviética.

Hoy FNPR cuenta con más de 20 millones de afiliados. El director de la federación, Mikhaîl Chmakov asume este legado:

“ No vamos a abandonar nuestras tradiciones y nuestra historia, que no comenzaron en 1917, sino mucho antes, en el siglo XIX. Sin embargo, debemos reconocer que hoy en día, la situación y los sindicatos son diferentes, así como la relación del trío : poder público, patron y sindicato”.

La huelga no es una de sus acciones prioritarias. Su cercanía al poder, como se dejó ver en la manifestación del 1 de mayo no gusta a muchos. Chmakov tiene su versión:

“ La asistencia de los más altos funcionarios del Estado en una protesta sindical como la manifestación del 1 de mayo demuestra, en mi opinión, que los sindicatos son muy influyentes en nuestro país. Cuando el presidente y el primer ministro vienen aquí y nos dicen: estamos con ustedes, compartimos sus preocupaciones, eso nos da la fuerza para criticar a ambos para que adopten las decisiones correctas.”

“Sea el que sea el sindicato, los problemas que se afrontan son los mismos. Pese a que el clima social mejoró a principios del milenio, con la adopción, por ejemplo, del nuevo Código de Trabajo, aún faltan ciertos mecanismos para obligar a la patronal a respetar los convenios colectivos.

En 2009 Vladimir Putine tuvo que intervenir en Pikalevo para acabar con el movimiento de desobediencia civil tras un conflicto salarial en la fábrica local.

Piotr Bizukov, experto del Centro de defensa de los derechos de los trabajadores en Moscú nos explica cuáles son las principales dificultades con las que se enfrenta el sindicalismo hoy en día:

“ En primer lugar, es muy difícil organizar un sindicato. Se han dado casos en los que el patrón ha empezado a presionar o amenazar nada más enterarse de que los trabajadores de su empresa querían formar un sindicato. Y en segundo lugar, cuando se crea el sindicato, es muy difícil negociar, ya que el procedimiento legislativo no es muy justo si partimos de la base de que el empleador puede siempre paralizar las acciones sindicales.”

Para un empresario, ¿ Cuál es el papel que tiene que desempeñar el Estado para facilitar la colaboración social?

Fyodor Prokopov es profesor de la Escuela Superior de Economía de Moscú y miembro de la Comisión tripartita de concertación social constituída por los sindicatos, la patronal y el Gobierno. Este año la comisión, creada en la era de Yeltsin cumple su 20 aniversario:

“El Estado debe crear un marco jurídico y fomentar el desarrollo de dichas leyes, de tal forma que permita crecer a la economía y al mismo tiempo, siente las bases de un sistema que defienda al trabajador y no sea causa de un aumento del paro.”

Los sindicatos alternativos , reunidos en la Confederación Rusa del Trabajo (KTR), participan activamente en el movimiento obrero internacional. Boris Kravchenko llegó a Ginebra para asistir a la Conferencia Anual de la Organización Mundial del Trabajo. Su Confederación presentó una queja ante la OMC sobre el incumplimiento por parte de Rusia del derecho a organizar reuniones abiertas. Pero la mayor preocupación es la ofensiva ,a escala europea, sobre los derechos de los trabajadores:

“ Hay casos muy curiosos en este aspecto: los empresarios han tratado de cuestionar el derecho básico de los trabajadores a la huelga, como ha ocurrido en Rusia. Esto es muy significativo, en mi opinión. Esta es una consecuencia directa de la crisis económica y financiera que estamos viviendo hoy en día. los empleadores están tratando de resolver su problema de la tasa decreciente de beneficios mediante el aumento de la explotación.”

El movimiento obrero ruso actual evoluciona desde su pasado soviético, marcado por una radicalización en contra de la ofensiva ultraliberal. Como algunos expertos rusos señalan, la democracia política es imposible sin la democracia laboral.

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