No podemos pescar, pero seguimos en el mar

No podemos pescar, pero seguimos en el mar
Por Euronews
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Neily y su hermano Seamus faenan en medio de un Océano Atlántico un tanto agitado, echan al mar sus trampas, sólo aptas para langostas y cangrejos, lo único que se les permite pescar.

Las malas condiciones meteorológicas no suponen un problema, tampoco, levantarse a las 4 de la mañana o terminar la jornada a las tantas de la noche… gajes del oficio para estos experimentados pescadores de la isla irlandesa de Arranmore.

Con quien sí tienen un problema es con Bruselas y el gobierno Irlandés, los mismos que les prohíben pescar salmón, como hizo el bisabuelo de Neily, su abuelo y su padre …. Neily y la pequeña comunidad pesquera de Arranmore están sufriendo las consecuencias de esta prohibición establecida en 2006. Desde entonces, la economía local está de capa caída.

Neily Kavenagh, pescador:

“Nos pusimos furiosos porque es nuestro modo de vida, unas 18 familias de Arranmore viven de esto, tienen licencias para pescar salmón. Esta prohibición nos está afectando, por eso mostramos nuestra cólera. En esta isla no podemos ganarnos la vida de otra manera.”

La isla comienza a vaciarse, muchas familias han emigrado para buscarse un futuro lejos de aquí.

No se trata solo de la prohibición de pescar salmón, luego vedaron la pescar con redes de deriva y, por consecuencia, se fueron reduciendo las cuotas de otros pescados …

Jerry Early, toda una referencia en la comunidad de Arranmore, culpa a la Unión Europea de haber puesto en peligro el modo de vida de los habitantes de la isla.

Jerry Early:

“Antes, en este puerto había una actividad incesante, con hasta 30 barcos diarios. Han acabado con el alma de este sitio donde he pasado los momentos más felices de mi vida. Nos lo han quitado todo, me han dejado sin nada y no puedo olvidarlo. Me siento tan triste que, a veces, oigo los lamentos de las almas este embarcadero.”

Jerry fue a quejarse a Bruselas sobre el impacto desastroso de sus políticas pesqueras en Arramore que, en siete años, ha pasado de 768 habitantes a 487. Hoy, sólo cuatro pescadores siguen echando las redes al mar, se niegan a entregar sus licencias a cambio de una compensación económica de Europa.

Las islas vecinas viven la misma situación a la espera de que se recuperen las reservas pesqueras y Bruselas se muestre más indulgente con los pequeños pescadores.

Los grandes pequeros extranjeros no pueden faenar dentro del límite de doce millas, una zona de protección duradera impuesta tras la reforma de la Política Común de Pesca.

La hija de Neily, Maireann, “mar blanco”, en gaélico, ha crecido oyendo, viviendo anécdotas sobre este conflicto tan cercano:

“Vimos uno de esos grandes pesqueros a unas 20 o 25 millas al este de Arranmore, estaban faenando en nuestras aguas, nos pusimos en contacto con ellos, estaban pescando caballa, mientras, todas las embarcaciones irlandesas se encuentran amarradas en los puertos. Pensamos que era algo extraño ver a un barco de otro país europeo faenando cerca de Arranmore mientras nuestros barcos permanecen en el puerto.”

La sobre pesca ha reducido las reservas: en el océano Atlántico, el 39% de ellas están agotadas, mientras que, en el Mediterranéo, esa cifra roza el 90%.

Jerry sabe que la culpa no la tienen los pequeños pescadores, Europa y el gobierno de Dublín, confía, revocarán las prohiciones cuando se recuperen las reservas de salmón.

Lleva tres décadas subido a su barco, una pasión, una vida, a la que no piensa renunciar.

Para él, el pacto es sencillo: con una licencia para pescar 3.000 ejemplares al año, la economía local se salvaría.

Jerry Early:

“Primero, podríamos probar a los científicos que si pescamos así durante un periodo de 5 años no pondríamos en peligro la pesca. Tenemos las redes, los barcos, el océano, pero no nos dejan pescar. Es como si le dices a un agricultor: tienes la tierra pero no puedes arar. No tiene sentido, es como firmar el acta de defunción de la isla.”

El año pasado, por primera vez en la historia de Arranmore, no hubo ningún nacimiento en la isla. El cambio demográfico comienza a sentirse en las dos escuelas, una ha previsto echar el cerrojo. Aquí los niños aprenden inglés y gaélico, una herencia cultural que, los lugareños, temen que desaparezca a largo plazo.

Shirley, un brillante química, dejó su puesto de dirección en una empresa para volver a su tierra natal. Ahora, se ha arrogado una misión: velar por el futuro de Arranmore.

Shirley Gallagher:

“Aquí hay tres sectores principales que dan trabajo: la construcción, todo lo referente al aislamiento térmico; la pesca, con todo lo que implica, es muy importante para la isla ya que el valor del pescado puede incrementarse con el tiempo y, por supuesto, el turismo.”

Arranmore es una de las zonas más pobres del condado de Donegal que, a su vez, es una de las regiones más desfavorecidas de Irlanda…

Shirley se patea la isla para tratar de informar a todos los vecinos sobre el potencial que tienen como comunidad.

Shirley Gallagher:

“Estoy organizando un encuentro para que hablemos sobre los sectores que debemos potenciar: la pesca, la ganadería, la construcción, los servicios a las personas, la educación, el transporte. Debemos ocuparnos de los mayores de 30 años porque son los que menos trabajo encuentran.”

Shirley puso en contacto Arranmore con una red de islas europeas, denominada SMILE-GOV, habitantes de otras islas ya sean de Dinamarca u otros países comparten ideas, como la piscicultura subvencionada por la Unión Europea. Engordar salmones en un estanque no es el sueño de Jerry, pero, admite,no les queda otra solución mientras dure la prohibición.

Jerry:

“Vamos a probar, creo que deberíamos comenzar con la piscicultura, no en pleno mar de manera industrial, sino a pequeña escala, en la isla. Esto daría trabajo a unas 20 o 40 personas y podría, a largo plazo, ser crucial para la supervivencia de la isla.”

Para Shirley, el potencial energético de Arranmore, también, está en juego, ya que cree en las energías renovables y su capacidad para dinamizar la economía isleña.

Shirley:

“Creo que es un lugar ideal para establecer una parque eólico. Aquí hay mucho viento, es una zona despoblada pero provista de electricidad, así que podríamos conectarlo con la red eléctrica y así poner las bases para explotar esos recursos en el futuro.”

Seamus Bonner confía, también, en atraer a empresas de telecomunicaciones para que se instalen en la isla, una inversión que requiere un cierto compromiso político.

Seamus Bonner:

“Necesitamos que instalen banda ancha. El gobierno había pensado invertir pero decidió devolver el dinero enviado por Bruselas para confinanciar la cobertura de banda ancha en las zonas rurales porque no lo creyó necesario. Es algo frustrante, de verdad.”

Incluso esta velada entre amigos tiene los días contados, dos de los integrantes de esta banda de música improvisada abandonarán la isla en breve.

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