El nivel de transparencia de las instituciones europeas

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Por Euronews
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"Un gofre belga cuesta dos euros, más del doble de lo que cada persona aporta al presupuesto de la Unión Europea al día. ¿Es tan costoso y mal gestionado como se cree? La reportera de Euronews, Valéry

La manera en la que el dinero de los contribuyentes europeos es gastado despierta ciertos recelos. ¿A qué se debe esta desconfianza? En primer lugar, hay que decir que se trata de un presupuesto relativamente modesto: en 2016, el montante se elevó a 158 000 millones de euros, el 1% del PIB total de los 28 estados miembros o, lo que es lo mismo, 85 céntimos de euro por persona al día.

El funcionamiento adminstrativo europeo engulle el 6% de ese gasto. El resto se reparte en la financiación de los diferentes programas destinados a los estados miembros y acciones en el exterior de la UE.

Marc Rogerson es el portavoz del Tribunal de Cuentas de la UE, encargado de que este presupuesto sea utilizado correctamente. Las principales partidas van dirigidas a la agricultura, los recuersos naturales y las políticas regionales. Es aquí donde el margen de error se dispara según Rogerson:

“Un poco menos del 4% del dinero se malgasta o no sigue los protocolos. Por ejemplo, si se publica un concurso público y no sigue el procedimiento correcto con la transparencia adecuada estaríamos ante un ejemplo claro de irregularidad. Hay otros ejemplos, como aeropuertos sin aviones o puertos sin barcos. Es aquí donde se produce el malgasto y, cuando es detectado, lo señalamos.”

En caso de fraude deliberado, los dosieres son enviados a la OLAF, la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude. En 2015, la OLAF exigió el cobro de 900 millones de euros de fraudes identificados. En comparación, en los años precedentes, solo se recaudaron 187 millones.

Según este organismo anticorrupción, la cuantía de malversaciones imputadas al personal y a los miembros de las instituciones europeas representa menos de un 1% del total de las infracciones.

Los grandes defraudadores se encuentran en los engranajes de los fondos estructurales, las aduanas, el comercio y la ayuda exterior.

El organismo de lucha contra el fraude europeo no tiene poder vinculante. Sus recomendaciones no siempre son respetadas y aplicadas por las autoridades nacionales. A esto se añade la dificultad de perseguir la criminalidad sin fronteras tal y como explica el responsable de la OLAF, partidario de la creación de una fiscalía europea.

“Las transacciones financieras ilícitas son posibles en un mercado abierto, las restricciones nacionales llegan cuando hablamos de justicia. Si queremos abrir una investigación por fraude transfronterizo puesto que el crimen ha sido orquestado con acciones diferentes en tres estados miembros al mismo tiempo, entonces, las cosas se complican. Necesitamos más integración europea”, explica Giovanni Kessler.

Más justicia comunitaria, esa es una de las propuestas que salen a relucir en el sempiterno debate, en el seno del Consejo Europeo, sobre la “Europa con varias velocidades”. Una idea que apoya el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker que, sin embargo, pugna por una Europa menos reglamentaria:

“No deseamos interferir en todos los aspectos de la vida de los europeos. He luchado como una fiera contra la voluntad de ciertos comisarios mal aconsejados que desean regularizar a nivel europeo el tema de los váteres.”

“El presidente de la Comisión Europea no quiere legislar sobre el gasto de agua de las cisternas de las tazas de váter pero ha lanzado una cruzada contra la burocracia. En un principio, se trata de hacer ganar tiempo a los ciudadanos europeos, aunque, la realidad, no es tan simple”, sugiera Valéry Gauriat.

La política de desregulación de la Comisión puede resultar mucho más onerosa de lo que pensamos, según la ong bruselense Corporate Europe Observatory.

Menos reglas implica, también, menos protección para los ciudadanos, asegura su portavoz Olivier Hoedeman:

“Esta nueva agenda sobre la regulación genera nuevos obstáculos en áreas como la salud o el medioambiente en las que la gente necesita protección. Esta desregulación otorga mucho más poder a la industria en detrimento del control que propone la Comisión. Mencionaré tan solo un ejemplo de lo ocurrido en los últimos años: la Comisión tenía que llegar a un acuerdo para definir la lista de interruptores endocrinos, sustancias químicas muy nocivas que causan la muerte prematura y hacen que miles de personas enfermen cada año. Desde 2013, se esperaba esta lista, la Comisión ha elaborado, finalmente, una mucho menos ambiciosa debido al lobby de la industria.”

Defender los intereses de los ciudadanos, esa es la misión del mediador europeo.Emily O’Reilly y su equipo investigan las irregularidades en el funcionamiento de las instituciones europeas así como los conflictos de intereses en los que pueden verse implicados los funcionarios europeos.

Un ejemplo notable fue el caso Barroso, expresidente de la Comisión contratado por Goldman Sachs. Ahora tienen los ojos puestos en las negociaciones sobre el Brexit. O’Reilly exige más transparencia:

“La gente quiere saber cómo se adoptan las decisiones. Esa es la clave de nuestro trabajo aquí. Si examinamos el grado de transparencia de cada institución podemos decir que la Comisión es relativamente transparente, el Parlamento, también. Sin embargo, el Consejo no lo es tanto y ¿qué es el Consejo Europeo?, pues los países miembros. Muy a menudo vemos que son los propios estados y los políticos de los países miembros los que no desean ser investigados. Son los menos transparentes porque es mucho más fácil venir aquí a Bruselas a legislar sobre asuntos que no gustan a sus ciudadanos.”

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