Amberes estrena toque de queda frente a la pandemia

Personas con mascarilla en Amberes, Bélgica
Personas con mascarilla en Amberes, Bélgica Derechos de autor JOHN THYS/AFP or licensors
Por Jack Parrock y Carmen Ménendez
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Amberes estrena toque de queda frente a la pandemia. En la ciudad belga, desde las once y media de la noche, solo se autorizan los desplazamientos imprescindibles y bares y restaurantes deben cerrar sus puertas

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Amberes ha estrenado toque de queda frente al coronavirus. En la provincia belga, entre las 11 y media de la noche y las 6 de la mañana solo están autorizados los desplazamientos imprescindibles y bares y restaurantes deben cerrar.

"No hay nadie -se queja el chef del restaurante Marcel-. Solo dos personas a mediodía y por la noche hemos cerrado por falta de clientes. Tenemos más anulaciones que reservas".

Los belgas vuelven a tener que adaptarse a un endurecimiento de las medidas ante el preocupante aumento de casos de covid-19 que sufre el país. Amberes se lleva la peor parte, pues la provincia flamenca concentra casi la mitad de los nuevos contagios. La población acepta las medidas resignada.

"Temen que la gente se emborrache y se reúna pasada la media noche -comenta una joven-. Me parece que están tratando de tomar una medida pequeña en lugar de una muy grande".

Comerciantes indignados con el epidemiólogo jefe de Bélgica

Entre los comerciantes, se estudia tomar medidas legales contra el epidemiólogo jefe de Bélgica, por haber recomendado a la gente que no venga a Amberes.

"Desde su mensaje, la ciudad de Amberes se ha convertido en un pueblo fantasma, todos los restaurantes están vacíos. Y los bares también están vacíos. Es una pena que su mensaje fuera un poco demasiado franco", se lamenta Johan Tisson, representante del sector de la restauración. 

El epidemiólogo jefe, Marc van Ranst, ha respondido a las críticas en un tuit en el que explica que su prioridad es controlar el virus para prevenir otro cierre completo.

Las tensiones en Amberes pueden ser un anticipo de la batalla que se avecina por las medidas contra la covid-19, entre las que también se incluye llevar mascarilla a todas partes y acudir en solitario a los comercios, donde solo se puede estar media hora. En la ciudad belga, la temida segunda ola ya es un miedo del que todos hablan.

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