Cerdeña contempla un 'pasaporte sanitario' para combatir la COVID-19

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Por Monica Pinna
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Italia vuelve a estar confinada esta Semana Santa mientras lucha por contener la tercera ola de COVID-19. Cerdeña sigue su ejemplo, a pesar de haber sido la única región italiana que había gestionado, de manera notable, el virus.

Italia vuelve a estar confinada esta Semana Santa mientras lucha por contener la tercera ola de COVID-19. Cerdeña sigue su ejemplo, a pesar de haber sido la única región italiana que había gestionado, de manera notable, el virus. Durante un tiempo fue una zona ‘blanca’ de coronavirus, en el sistema de alerta, ‘por colores’, que se emplea en Italia. Mientras el resto de Europa empezaba a apagarse, Cerdeña veía la luz.

"Cerdeña ha conseguido ser zona ‘blanca’ de COVID-19 durante tres semanas. Ha sido bueno para nosotros. Por fin, hemos podido movernos libremente por la región", declara Stefania Olanda, ciudadana residente en Carloforte.

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"Vivir en una zona ‘blanca’ significa estar más tiempo al aire libre, dar paseos más largos, conocer a personas, detenerse y hablar con ellas", afirma Marisa Porcu, otra de las residentes en Carloforte.

Cerdeña ha conseguido mantener el número de casos de COVID-19 por debajo de 50, por cada 100 mil residentes, durante casi un mes. Las regiones italianas en alerta máxima pueden superar los 500 casos por cada 100 mil habitantes.

Stefania, madre de dos hijos, vive en Carloforte. Va a casa de su hermana para conocer la progresión del virus, por boca del alcalde del municipio. Las medidas cambian tan rápido que nadie quiere perderse su discurso semanal.

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"Queridos conciudadanos, buenas noches. Tras las últimas actualizaciones de la Autoridad Sanitaria local, informamos de la recuperación clínica de dos personas. Pero, también, de dos nuevos casos positivos", explica Salvatore Puggioni, alcalde de Carloforte.

El alcalde anuncia que Cerdeña pasará a ser zona de riesgo de color naranja, lo que significa que los bares y restaurantes cerrarán y los ciudadanos no podrán salir de sus municipios.

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"Ser zona ‘blanca’ es un objetivo que hemos alcanzado pero, no de forma casual. Es algo que nos ha costado mucho conseguir y debemos intentar mantener la situación así. El camino a seguir es respetar las directrices regionales. Confiamos en ello", añade Salvatore Puggioni.

"Ser una zona ‘naranja’ es dar un paso atrás. Todos estamos cansados de vivir con tanta restricción. Nos sentimos como si nos aplastaran. Hacemos la compra y las gestiones con mucha rapidez y no hay posibilidad de reunirse y charlar", relata Marisa Porcu.

"No sé por qué este cambio ha sido tan brusco. Para ser sincera, las informaciones de los casos en nuestra región, que vemos por la televisión, están muy lejos de la realidad. Realmente, tenemos menos contagios", declara Stefania Olanda.

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La tercera semana de marzo, los vecinos de Carloforte disfrutaron de su último fin de semana en zona de bajo riesgo. El Gobierno Nacional confirmó el paso de Cerdeña a un elevado nivel de alerta. Cristiano, dueño de un restaurante, se siente desconcertado.

"Siguen llegando facturas y hay que pagar el alquiler. Así que... no sabemos muy bien cómo proceder. Pero, este, no es ni siquiera el problema. El problema es cómo se decide el color de la zona en la que estamos. Hasta hace poco, Cerdeña tenía una tasa de infección del 0,8 % y, ahora, nuestro color es el naranja", afirma Cristiano Giuntini, propietario de un restaurante en Carloforte.

El pasado mes de noviembre, el Gobierno italiano estableció un sistema flexible de restricciones basado en colores. Cuanto mayor sea el riesgo, más duras serán las medidas. El rojo, es el color más restrictivo.

El estado del color de cada región italiana se revalúa cada dos semanas. A veces, incluso, de forma semanal, en función de la evolución de la pandemia. Otros países de Europa, (como Francia y España) han adoptado estrategias similares.

Según el virólogo de renombre internacional, Andrea Crisanti, el sistema de colores y esta estrategia tienen sus fallos.

¿Qué falla en este sistema, en la estrategia italiana?, pregunta la autora del reportaje, Monica Pinna.

"Todas las estrategias que han intentado controlar la tasa de contagio (el llamado número R), en lugar de tratar de disminuir la incidencia, han provocado esta oscilación entre la apertura y el cierre de las regiones; un sistema que se ha demostrado totalmente ineficaz", señala Andrea Crisanti.

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"Tras el primer confinamiento en Italia, perdimos la ocasión de establecer un sistema de control y seguimiento basado en cierres y en restricciones automáticas cada vez que surgía un foco. Existía la ilusión de que la emergencia había desaparecido. Lo que vemos ahora es el resultado de una serie de errores que se repitieron en el tiempo", añade Crisanti.

En más de una ocasión, las decisiones del Gobierno han creado polémica entre las autoridades regionales. Cerdeña es el último ejemplo. Su Administración local ha optado por no comentar la decisión de Roma pero, el alcalde de la principal ciudad de la isla, Cagliari, ha decidido pronunciarse.

"Merecíamos permanecer en la zona ‘blanca’ porque, de los 21 factores utilizados por el Gobierno para evaluar el nivel de riesgo, 20 estaban por debajo del nivel de riesgo. Uno había aumentado ligeramente, la tasa de contagio (el llamado número R). Creo que podríamos haber permanecido, al menos una semana más, en la zona ‘blanca’", asegura Paolo Truzzu, alcalde de Cagliari.

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Cerdeña necesita desesperadamente el turismo pero, no el virus que puede traer consigo. El año pasado, la región estaba casi libre de COVID-19 antes del verano pero, sus zonas turísticas, se convirtieron en zonas de gran concentración de personas en agosto. La gente teme que esto pueda volver a ocurrir.

Nos dirigimos a Olbia, el principal puerto turístico de Cerdeña, para tantear el terreno. Todos los pasajeros que no tienen una prueba de coronavirus negativa o un certificado de vacunación, son sometidos a pruebas in situ. Muchos consideran que este sistema tiene grandes defectos.

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Hay quien piensa que es erróneo; como ocurre, en su opinión, con muchas de las medidas adoptadas por el Gobierno. Creen que hay cambiar de estrategia y hacer las pruebas en origen, antes de viajar a la isla.

¿Qué ocurrirá durante el verano, cuando se supone que las llegadas son más numerosas? Preguntamos a Protección Civil cuáles son sus directrices.

"La estrategia para el verano es aceptar solamente a las personas vacunadas o que tengan una prueba negativa. No podremos realizar un control exhaustivo como el que hacemos ahora a los cientos de pasajeros que llegan, cuando se conviertan en miles", declara Alberto Fozzi, miembro de la Dirección General de Protección Civil de Cerdeña.

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¿Podrá la gente viajar este verano? No, según el virólogo Crisanti, quien asegura que el número de casos es demasiado alto ahora en comparación con los meses posteriores al confinamiento del año pasado.

"Creo que hay que optar por tres estrategias complementarias: la vacunación, el distanciamiento social y el desarrollo de sistemas de vigilancia y rastreo apoyados en la informática y en las pruebas PCR, algo que ahora no podemos hacer del todo", explica Andrea Crisanti.

Para evitar el peor de los escenarios, Europa se sumerge en una polémica campaña de vacunación. Italia se está quedando atrás debido a los retrasos en el suministro de vacunas. Cerdeña está a la cola del número de dosis administradas. En este flamante centro de vacunación de Olbia, las autoridades están acelerando el proceso todo lo que pueden.

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""Estamos casi en línea con el programa, a pesar de los enormes desafíos. Hay dificultades en el reclutamiento, en los sistemas informáticos, en el suministro de vacunas, en mantener provisiones para segundas dosis. Así, necesitamos guardar alrededor del 30 % del total de las vacunas que recibimos", señala Marco Cilliano, especialista en enfermedades contagiosas.

A medida que se aceleran los planes de vacunación en todo el mundo, la idea de un pasaporte de vacunas recibe cada vez más apoyo. Los detractores consideran que podría convertirse en un campo de minas para la privacidad pero, los defensores, creen que podría relanzar la economía, para que contribuya a salvar vidas.

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