Arina Malinovskaya, la periodista que pudo seguir la misma suerte que Román Protasevich

La periodista Arina Malinovskaya
La periodista Arina Malinovskaya Derechos de autor Stefan Weichert
Por Emil Filenborg y Stefan Weichert
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La joven informadora está también en el punto de mira de las autoridades bielorrusas por sus informaciones sobre el régimen

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En las horas previas a que Román Protasevich embarcara en su fatídico vuelo a Lituania, las autoridades bielorrusas estaban tras la pista de otra periodista crítica con el ´régimen.

Arina Malinovskaya, una joven reportera que trabajaba para el canal polaco Belsat, había entrevistado a dos ex policías de la antigua república soviética. Aunque no es especialmente revelador, su relato de cómo las autoridades les dijeron que persiguieran a los manifestantes tras las controvertidas elecciones presidenciales del pasado agosto fue suficiente para atraer la atención en Minsk.

Días después de su emisión, Malinovskaya se escondió mientras la policía golpeaba con fuerza la puerta de su apartamento. Luego le cortaron la electricida. La joven de 23 años sabía que era el momento de abandonar el país.

Así que, con su pasaporte, dinero y algunos objetos de primera necesidad en su bolso, huyó a Kiev. Llegó a la capital ucraniana el 23 de mayo, el mismo día en que el vuelo de Ryanair entre Grecia y Lituania fue desviado a Minsk y Protasevich era detenido.

"Tuve que salir de Bielorrusia para protegerme", asegura Malinovskaya a Euronews desde Kiev. "No he hecho nada ilegal. El periodismo no debería ser un delito".

Pero, aunque la fuga haya salvado a Malinovskaya, ha puesto en peligro a su familia. Poco después de huir, recibió una llamada de su cuñado desde una cárcel bielorrusa. Acababa de ser detenido, y le dijo que no sería liberado hasta que ella regresara a Bielorrusia para ser procesada. Un hombre, que se identificó como del Departamento de Asuntos Internos del Distrito de Leninsky, en Bielorrusia, cogió el teléfono y le ordenó que volviera al país, amenazando con ir a por sus abuelos si se negaba.

"Quieren atraerme de esta manera, para que venga", denuncia Malinovskaya. "Para presionarme de alguna manera, manipularme. Pero no lo aceptaré, no volveré allí. Sólo espero que acabe pronto". Rechaza aceptar el chantaje y tiene esperanzas en que "todo se arregle porque para las personas buenas todo no puede seguir siendo malo".

El régimen ha cruzado muchas líneas rojas

En una segunda llamada, el cuñado de Malinovskaya, que volvía a hablar desde la prisión preventiva, le preguntó de nuevo cuándo iba a volver a Bielorrusia. "Ellos [la policía] no me dejarán ir hasta que digas algo inteligible sobre tu llegada", le dijo.

La periodista aclaró a Euronews que esa fue su última comunicación con él, y añadió que no sabía qué le había pasado a su familiar.

"Sabía que sería un trabajo peligroso trabajar para Belsat TV", añadió Malinovskaya. "Sopesé todos los riesgos, pero pensé: si no soy yo, ¿quién aceptará este trabajo? La gente debe saber lo que pasa en el país".

La presión sobre Malinovskaya llega después de que otras dos compañeras de Belsat -las periodistas de televisión Katerina Andreyeva, de 27 años, y Daria Chultsova, de 23- fueran encarceladas por dos años en febrero, tras ser detenidas en noviembre mientras transmitían en directo una protesta no autorizada desde un apartamento.

Malinovskaya quería evitar un destino similar, pero se siente mal por haber dejado todo atrás: "Antes de las elecciones presidenciales de agosto del año pasado, no había tanta presión sobre los periodistas en Bielorrusia. Ahora no se me permite volver a entrar en el país,  las cosas están mucho peor".

Según la informadora, los periodistas de Belsat han trabajado sin acreditación de prensa porque Bielorrusia quiere reprimir las voces críticas. 

"Últimamente, el régimen ha traspasado muchas líneas rojas", ha declarado Aleksy Dzikawicki, director editorial de programación informativa de Belsat. "Nunca fue fácil para nosotros trabajar en Bielorrusia, pero antes nuestros periodistas nunca fueron detenidos más de dos o tres semanas. Ahora, dos de nuestros colegas están encarcelados desde hace dos años."

"Esa es la primera línea roja. La segunda es el secuestro de familiares y la exigencia de que los periodistas acudan a las comisarías. Es terrible. Es el terror del régimen contra sus propios ciudadanos y sus propios periodistas. Nunca antes había ocurrido". asegura.

Stanislav Ivashkevich es productor de programas de investigación y análisis en Belsat: "Las amenazas contra los miembros de la familia son relativamente nuevas, y las amenazas están definitivamente aumentando en escala. Los periodistas en Bielorrusia no tienen realmente ninguna protección en este momento, y el trato ahora es más duro que nunca".

Ivashkevich asegura que "las cárceles están superpobladas y que la policía a veces pone un cubo con cloro en las celdas para dificultar la respiración". "Los periodistas son maltratados", añadió, "pero los métodos más brutales se guardan para los activistas de la oposición que a veces son puestos en celdas solitarias sin camas, Hace mucho frío, y sólo pueden dormir diez o quince minutos antes de tener que levantarse y hacer alguna actividad física para mantenerse calientes. Se dice que algunos activistas de la oposición han muerto en prisión. También hemos oído hablar de un aumento de las torturas".

"Estado totalitario"

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Después de Protasevich, Aliaksei Shota, redactor jefe de Hrodna.life, una popular web de noticias de una de las mayores ciudades de Bielorrusia, Grodno, se convirtió en uno de los últimos periodistas detenidos.

En mayo, el gobierno bielorruso allanó las oficinas y cerró el sitio web de TUT.BY, uno de los mayores portales de noticias independientes del país.

"El primer objetivo del Gobierno era reprimir y detener las grandes protestas del año pasado", declaró a Euronews Kamil Klysinski, investigador del Centro de Estudios Orientales, un grupo de reflexión centrado en Bielorrusia. "Eso se logró en algún momento de este invierno. Ahora casi nadie sale a la calle. Ahora el gobierno mira hacia atrás para encontrar líderes y voces críticas, y me temo que lo que hemos visto recientemente es sólo el primer paso."

"Su comportamiento va en contra de cualquier norma. Uno de sus objetivos es herir y vengarse de todos los principales opositores, tanto en el extranjero como dentro del país. Quieren enviar la clara señal de que las autoridades pueden incluso detenerte, aunque estés en el extranjero", explica Klysinsk, quien considera que Lukashenko "está desarrollando una máquina, que intenta controlarlo todo, y que está dispuesta a destruirlo todo" y que Bielorrusia "se ha convertido en algo parecido a un estado totalitario".

Euronews se ha puesto en contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores de Bielorrusia para que respondiera a las afirmaciones de este artículo. En el momento de la publicación no había respondido.

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