Hank, un exoesqueleto que está cambiando la vida de muchos pacientes

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Por Euronews
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¿Puede un exoesqueleto ayudar en la rehabilitación de pacientes que han sufrido accidentes cerebrovasculares? En Urretxu, Euskadi, están convencidos de que así es. GOGOA Mobility Robots, una empresa afincada allí, utilizan exoesqueletos con pacientes que han sufrido accidentes cardiovasculares.

El robot que nos ocupa tiene nombre. Hank es un exoesqueleto de doce kilos que ha sido diseñado con aluminio aeronaútico y se emplea con pacientes que, como Pablo, han sufrido un ictus en el cerebro. ¿Cómo y hasta qué punto es eso posible?

Hace 4 años, la vida de Pablo Albisua Albizu cambió para siempre. Se sometió a una cirugía cardíaca e inmediatamente después, este exdecorador sufrió un derrame cerebral, que generó una parálisis en la parte izquierda de su cuerpo.

Realizó cientos de sesiones de rehabilitación y además, se ofreció voluntario para probar este exoesqueleto, especialmente diseñado como una herramienta de rehabilitación adicional, para pacientes con accidentes cardiovasculares. Pablo asegura que funcionó: "Cuando iba a hacer compras, antes cuando aparcaba cerca de la tienda, pues realizaba las compras. Pero si tenía que dar varias vueltas, y dejaba el coche lejos, pues me lo pensaba e igual no las realizaba, me volvía a casa. Eso ya no se produce. Aunque sepa que voy a andar mucho, pues me presto y ya puedo acceder a lugares, que antes me estaban prohibidos, por el cansancio.”

El exoesqueleto tiene 6 motores que ayudan a los pacientes a corregir sus patrones a la hora de caminar. También se puede personalizar fácilmente: la velocidad o los ángulos de movimiento, dependiendo de las necesidades de cada persona.

Iker Mariñelarena Arrizabalaga, ingeniero biomédico, explica que “el paciente trabaja al seguir ese patrón y, después, también trabajamos con ellos para que interioricen a su manera ese patrón. Con lo cual tenemos, como dos ventajas, vamos a decir, por un lado, corregimos lo que hagan mal: las extensiones o flexiones que no hagan bien, y por otro, somos capaces de dar un tratamiento más personalizado. El tratamiento clásico no asegura la repetitividad, ni la eficacia, al final, ya que no podían seguir, se cansaban, había muchas lesiones por las posturas. Sin embargo, con el exoesqueleto, siempre puedes asegurar la repetitividad y una medida más precisa.”

Todo el sistema se basa en el concepto de "asistencia en caso de necesidad". El exoesqueleto sólo interviene cuando los esfuerzos del paciente no son suficientes para garantizar movimientos seguros que permitan progresar en la rehabilitación. Juan José Iceta Yurrita, ingeniero, nos explica porqué, además, Hank posee una cierta inteligencia: “A través de los sensores, puede medir los esfuerzos del cuerpo humano. Entonces lo que hace Hank es: complementa lo que el cuerpo humano hace. De tal manera que sigue los patrones óptimos de recuperación, pero motiva al paciente a que haga el máximo esfuerzo. Y lo que hace es 'suplementar', hasta conseguir el objetivo de la terapia.”

Ahora, los científicos de este proyecto de investigación europeo esperan mejorar los exoesqueletos existentes. Y ya tienen algunas ideas en mente. El presidente de Gogoa monility robots, Carlos Fernández Isiord, avanza cuáles son las siguientes etapas: "Ahora en lo que estamos trabajando es en el control por voz. Tenemos hechas pruebas, empieza a funcionar bastante bien el poder darle órdenes al exoesqueleto con voz. Tanto para los fisioterapeutas, que les va a permitir tener las manos libres y, por lo tanto, poder manejar a los pacientes con más seguridad, o para un uso en rehabilitación, más individual."

Hank está aún pendiente de homologación, pero podría llegar al mercado, principalmente en centros de rehabilitación y hospitales, en menos de seis meses. Su precio rondará los 60.000 euros.

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