Las predicciones científicas ante un escenario de guerra nuclear

Científicos de la Universidad de Rutgers han trazado los efectos de seis posibles escenarios de guerra nuclear.
Científicos de la Universidad de Rutgers han trazado los efectos de seis posibles escenarios de guerra nuclear. Derechos de autor Copyright Canva
Por Nicole Lin Chang
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Un estudio considera que las consecuencias a largo plazo serían todavía peores que el primer estallido de la bomba.

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En medio de la invasión rusa de Ucrania y de las crecientes tensiones geopolíticas, el reavivado temor a una guerra nuclear ha llevado a muchos a preguntarse qué significaría un conflicto nuclear para la humanidad y el planeta.

Cualquier conflicto nuclear tendría una enorme gama de consecuencias devastadoras, desde las muertes iniciales en las explosiones directas hasta los efectos persistentes de la radiación y la contaminación ambiental.

Sin embargo, las víctimas inmediatas podrían verse eclipsadas por las muertes derivadas de una posterior hambruna mundial, causada por las enormes cantidades de hollín que bloquearían el Sol y alterarían los sistemas climáticos y la producción de alimentos, según una nueva investigación publicada el lunes en la revista Nature Food.

Científicos de la Universidad de Rutgers han trazado los efectos de seis posibles escenarios de guerra nuclear.

Un conflicto a gran escala entre EE.UU. y Rusia, el peor escenario previsto, podría provocar la muerte por hambre de más de cinco mil millones de personas al cabo de dos años. 

Los investigadores utilizaron una herramienta de previsión climática para estimar la productividad de los principales cultivos país por país.

Analizaron lo que ocurriría en los escenarios de conflicto nuclear, cada uno de los cuales daría lugar a diferentes cantidades de hollín en la atmósfera, y podría hacer caer las temperaturas entre 1 y 16 grados centígrados.

Incluso una batalla a escala relativamente pequeña entre India y Pakistán podría hacer que el rendimiento de las cosechas disminuyera alrededor de un 7% en los cinco años siguientes al conflicto.

Ambos países poseen arsenales nucleares de tamaño comparable y de los nueve países con armas nucleares del mundo, los dos están también entre los que han estado aumentando sus reservas de ojivas nucleares, según la Federación de Científicos Americanos (FAS).

Mientras tanto, una guerra nuclear a gran escala entre Washington  y Moscú, que se calcula que representan conjuntamente el 90% del arsenal nuclear mundial, podría hacer que la producción disminuyera en torno al 90% en los tres o cuatro años posteriores a la contienda.

Escuchar a la ciencia

Los investigadores consideraron factores de mitigación como el uso de cultivos para dar de comer al ganado como alimento humano, o la reducción del desperdicio de comida en los hogares, pero concluyeron que este tipo de intervenciones no impediría que grandes partes del mundo sufrieran hambrunas, especialmente después de conflictos a gran escala.

La disminución de las cosechas sería más grave en las naciones de latitudes medias y altas, incluidos los principales países exportadores como Rusia y Estados Unidos, lo que podría desencadenar restricciones a las exportaciones y causar graves trastornos en los países de África y Oriente Medio que dependen de las importaciones.

"Los trabajos futuros aportarán aún más granularidad a los modelos de cultivos", explica Lili Xia, autora principal del estudio y profesora asistente de investigación en la Facultad de Ciencias Ambientales y Biológicas de la Universidad de Rutgers.

"Por ejemplo, la capa de ozono se destruiría por el calentamiento de la estratosfera, produciendo más radiación ultravioleta en la superficie, y tenemos que entender ese impacto en el suministro de alimentos".

"Si las armas nucleares existen, pueden utilizarse, y el mundo ha estado a punto de sufrir una guerra nuclear en varias ocasiones", subraya Alan Robock, coautor del estudio y profesor de Ciencias del Clima en el Departamento de Ciencias Ambientales de la Universidad de Rutgers.

"Prohibir las armas nucleares es la única solución a largo plazo", sostiene. "El Tratado de la ONU sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, de cinco años de antigüedad, ha sido ratificado por 66 naciones, pero ninguno de los nueve estados nucleares".

"Nuestro trabajo deja claro que es hora de que esos nueve estados escuchen a la ciencia y al resto del mundo y firmen este tratado".

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