Varsovia ha revisado a la baja sus previsiones de crecimiento económico. Aunque no están nada mal, si las comparamos con sus socios europeos, pasar de un cuatro como ocho a un tres coma siete va a forzar a los polacos a apretarse el cinturón. El primer ministro, Donald Tusk, ha anunciado un plan para contenter el déficil presupuestario.
Entre las medidas previstas figura el aumento de los impuestos a las bebidas alcohólicas, cuya recaudación se destinará a un “fondo
de solidaridad” para la financiación de inversiones en el sector de telecomunicación y de energías renovables.