Derby de la Meije: treinta años locos por el freeride

Derby de la Meije: treinta años locos por el freeride
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Por Rafael Cereceda & Vincent Coste
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Cada año en abril la comunidad de los amantes del fuera de pista se dan cita en la estación francesa de La Grave, en los Alpes. Esquí, snowboard, telemark, monoskí y hasta algún flotador…

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Cada año en abril la comunidad de los amantes del fuera de pista se dan cita en la estación francesa de La Grave, en los Alpes. Esquí, snowboard, telemark, monoskí y hasta algún flotador… Se acepta cualquier aparato capaz de descender los 1.750 metros de desnivel entre los glaciares de La Meije, uno de los picos míticos del alpinismo y un terreno único para el “freeride”: quien decide aventurarse a esquiar en La Grave sabe que la estación de alta montaña no está balizada ni preparada por máquinas y asume automáticamente los riesgos.

El Derby de la Meije, celebraba este año su 30º aniversario. Lo que comenzó como una locura de un grupo de amigos amantes del esquí extremo, sigue siendo una locura de un grupo de amigos, pero muy bien organizada.

El Derby de la Meije reúne a casi un millar de deportistas y juerguistas durante tres días alrededor de la pequeña localidad alpina y su característico teleférico, este año decorado de luces para la ocasión.

Los “dioses de la Meije” han operado una vez más el milagro: 24 horas antes de la salida, el comité de sabios de la organización, formado por guías de alta montaña, pisteros y esquiadores habituales de la Grave, no estaba seguro de que la carrera se pudiera celebrar debido a las enormes cantidades de nieve acumuladas en esta temporada 2017/ 2018. El día previo al Derby se produjo una espectacular avalancha por la caída de un serac de uno de los glaciares de la Meije.

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La temporada ha terminado con nevadas excepcionales en los AlpesCopernicus
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Esta era la misma perspectiva en marzo de 2017Copernicus

En 30 años la carrera sólo se ha anulado una vez debido a las condiciones meteorológicas, y nunca ha habido heridos graves (aunque siempre hay espectaculares caídas).

Además, organizar durante treinta años una cita deportiva y festiva con un millar de participantes y un presupuesto de solo 120.000 euros en torno a una asociación en la que la gran mayoría son voluntarios, también tiene algo de milagroso.

Para los pisteros, cerca de 60, que no cobran nada más que los gastos y el alojamiento, es una ocasión única para reunirse con compañeros de otras estaciones y otros macizos. También es una forma única de celebrar el final de la larga temporada de esquí. Todos coinciden en que la oportunidad de esquiar esta icónica montaña es otro de los grandes atractivos que les hacen venir a “trabajar gratis”.

El día de la carrera finalmente -milagrosamente- amaneció con un sol radiante y la abundante nieve suficientemente estable para celebrar la carrera. Los pisteros suben a las 6 de la mañana y se reparten en los distintos puestos de control. Los casi 900 participantes, de 27 nacionalidades diferentes son controlados antes de subir al teleférico para ver si su detector de víctimas de avalanchas, obligatorio, está operativo.

Salida desde el Glaciar de la Girose, a 3.600 metros

Los participantes suben a 3.600 metros esperando pacientemente las largas colas. Subir hasta el punto de salida puede llevar una hora. Salen en grupos de diez, por orden de dorsal. Todas las disciplinas y categorías mezcladas. Cada vez hay más mujeres, por cierto.

Todas las categorías participan al mismo tiempo

Luego, en sintonía con el espíritu libre (y anárquico) de la carrera, cada uno elige: los más rápidos descienden en poco más de seis minutos. El más lento pasó casi tres horas descendiendo tranquilamente el recorrido. Suponemos que disfrutando el impresionante paisaje.

No hay un recorrido definido, cada participante elige su línea entre las posibilidades infinitas que ofrece la estación.

El punto de llegada se desplaza cada año en función de las condiciones de la nieve: este año la carrera fue especialmente larga, pero muy rápida también debido a la gran cantidad de nieve polvo recién caída.

Anouck Mouthon

Esa libertad forma parte de la esencia misma del Derbi de la Meije. Para unos es una exigente prueba deportiva; objetivo, descender lo más rápido posible, como la joven Anouck Mouthon, campeona del mundo del circuito “freeride”, que marcó el mejor tiempo en la categoría de snowboard, o el esquiador Charly Rolland -ganador en crono absoluto- que nos confesaba que el secreto para descender en poco más de seis minutos es “dejar el cerebro en la salida” y aguantar cuando empiezan a doler las piernas.

Charly Rolland

Para otros es una gran fiesta: uno de los premios es al mejor disfraz. Este año había un par de grupos disfrazados de velas, por esto del 30 cumpleaños del Derbi. Otros iban disfrazados de no se sabe muy bien qué, pero descendieron la Meije con una parrilla en la que cocinaban, compartiendo la parrillada con los pisteros y otros participantes. También había un rebaño de gigantescas ovejas, o un grupo de Super Marios, el célebre personaje de videojuegos.

A pesar de los sustos (el helicóptero tuvo que intervenir tres o cuatro veces), las dudas sobre la estabilidad del manto de nieve y el enorme esfuerzo que supone organizar la carrera en este terreno de alta montaña, el 30º Derbi se celebró sin más contratiempos y, como en los tebeos de Astérix, terminó, como cada año, con una gran fiesta en la carpa instalada en la aldea de La Grave, que, por el momento, resiste al invasor.

La asociación ya comienza a preparar el 31º Derby para abril de 2019.

Editor de vídeo • Nathalie Texier

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