ATENAS, 26 jul - Los incendios forestales se propagaban este lunes en regiones del sur de Europa, atizados por el calor y los fuertes vientos, mientras algunos países del norte se despejaban tras un fin de semana de lluvias torrenciales e inundaciones.
En Grecia, el primer ministro Kyriakos Mitsotakis dijo que los bomberos habían combatido unos 50 incendios en las últimas 24 horas y que era probable que hubiera más, ya que los meteorólogos advirtieron de que se avecinaba una nueva ola de calor.
"Quiero subrayar que agosto sigue siendo un mes difícil", dijo. "Por eso es importante que todos nosotros, todos los servicios estatales, estemos en absoluta alerta hasta que el periodo de lucha contra los incendios haya terminado oficialmente".
Representantes de los servicios de bomberos dijeron que la negligencia en las granjas y las obras de construcción había sido la causa de varios incidentes, muchos de ellos en la región del sur del Peloponeso. No se registraron víctimas.
La situación en el sur de Europa contrasta con las lluvias torrenciales que azotaron a los países del norte, desde Austria hasta Reino Unido, tras las catastróficas inundaciones de la semana pasada en Alemania y los países vecinos.
En la isla italiana de Cerdeña, aviones de extinción de incendios procedentes de Francia y Grecia se sumaron a los aviones locales que luchaban contra las llamas en toda la isla, donde se quemaron más de 4.000 hectáreas de bosque y se evacuó a más de 350 personas.
En Sicilia, los incendios se produjeron cerca de la ciudad occidental de Erice.
En España, la región nororiental de Cataluña vio destruidas más de 1.500 hectáreas cerca de Santa Coloma de Queralt, lo que obligó a evacuar a decenas de personas, aunque las llamas estaban controladas en un 90% el lunes, según los bomberos y las autoridades.
En Liétor, en el centro este de Castilla-La Mancha, ardieron más de 2.500 hectáreas durante el fin de semana antes de quedar bajo control, según las autoridades.
En lo que va de año, los incendios forestales han arrasado 35.000 hectáreas en España, aún lejos de las 138.000 hectáreas quemadas en 2012, el peor año de la última década.