LONDRES, 4 feb - El primer ministro británico, Boris Johnson, luchaba el viernes por apuntalar su autoridad después tras la dimisión de una alta asesora por su falsa afirmación de que el líder del opositor Partido Laborista no actuó contra un notorio abusador sexual de menores.
Johnson, que logró en 2019 la mayoría conservadora más abultada desde Margaret Thatcher, se ha negado en repetidas ocasiones a dimitir por las revelaciones de que él y algunos de sus colaboradores asistieron a fiestas de Downing Street durante los confinamientos por el COVID.
Esas revelaciones plantearon preguntas sobre el estilo de liderazgo a menudo caótico de Johnson y generaron la mayor amenaza para él desde que asumió el cargo. Johnson admitió que hay que arreglar los problemas en el corazón de Downing Street, que es a la vez su residencia y el centro neurálgico del Estado británico.
Su jefa de política, Munira Mirza, que había trabajado con él durante 14 años, dimitió el jueves por la afirmación de Johnson de que el líder laborista Keir Starmer no persiguió al pederasta Jimmy Savile durante su etapa como director de la fiscalía.
El ministro de Economía, Rishi Sunak, dijo que él no habría hecho ese comentario. Starmer calificó las palabras de Johnson como una ridícula calumnia -y teoría de la conspiración- que demuestra que no es apto para ser el líder británico.
Los ministros presentaron las tres dimisiones adicionales que siguieron a la de Mirza como prueba de que Johnson está arreglando los problemas de Downing Street y "tomando las riendas", aunque sigue habiendo un considerable enfado en el seno de su propio partido.
"Estoy profundamente preocupado por lo que está ocurriendo", dijo Huw Merriman, un legislador conservador que preside el comité de transportes, en BBC radio.
Un miembro del equipo político de Johnson también dimitió el viernes, según el editor del sitio web Conservative Home. Downing Street declinó hacer comentarios inmediatos.