La economía europea parece que va a contrarse en los próximos meses, pero ¿cuando se considera que es una recesión?
Todo el mundo en Europa habla de una cosa: la recesión.
La amenaza de una inminente y profunda recesión proyecta una oscura sombra sobre todo el continente, con la guerra de Rusia en Ucrania y la crisis energética mundial fusionándose en una tormenta perfecta.
Tradicionalmente, una recesión se ha definido como dos trimestres consecutivos de contracción del PIB. Pero a medida que las economías se globalizan y se interrelacionan, la definición clásica ha resultado ser demasiado limitada.
Centrarse en los datos del PIB ofrece una forma sencilla, rápida y fácil de anunciar las recesiones, ha afirmado Grégory Claeys, investigador principal de Bruegel, un centro de pensamiento con sede en Bruselas, pero el método es demasiado "sistemático" y depende de estimaciones numéricas, que pueden revisarse posteriormente. "Se necesita tiempo para llamarle recesión", ha dicho Claeys a Euronews, señalando otros factores clave que deben tenerse en cuenta, como la producción industrial, el empleo y el comercio.
De hecho, Estados Unidos registró dos trimestres de caída del PIB este año, pero no calificó oficialmente ese periodo como de recesión.
¿La razón? Otros aspectos de la economía iban bien: el empleo aumentó, los salarios crecieron y la inversión extranjera siguió llegando al país.
La Unión Europea, que está geográficamente más expuesta a los efectos de la guerra de Ucrania y a las perturbaciones del mercado energético, presenta un panorama más variado. Por un lado, el empleo sigue siendo estable y se encuentra en su nivel más alto. Todavía hay vacantes disponibles para los solicitantes y los salarios han aumentado a un ritmo superior a la media. Pero, por otro lado, surgen señales preocupantes.
Los precios persistentemente altos de la energía han alimentado una inflación récord, poniendo a muchos hogares y empresas bajo una tensión financiera insostenible. Las familias se enfrentan a la perspectiva de la pobreza energética cuando llegue el invierno, mientras que las empresas luchan por llegar a fin de mes y evitar la insolvencia.
En el plano internacional, la UE, acostumbrada desde hace tiempo a obtener cómodos superávits comerciales, se enfrenta ahora a un déficit cada vez mayor, ya que las caras importaciones de energía han dado un vuelco a la balanza. De enero a septiembre, el bloque registró un enorme déficit comercial de 266.600 millones de euros, frente a un superávit de 129.200 millones en el mismo periodo del año anterior.
Estas preocupantes tendencias, unidas a la incertidumbre por la guerra de Ucrania, han llevado a instituciones financieras y economistas a concluir que es ineludible una recesión en toda la UE. "Esta es una crisis muy inusual porque está impulsada por la oferta. Las recesiones anteriores estaban impulsadas por la demanda y tenían problemas en el mercado laboral", ha dicho Claeys.
"También es diferente de la crisis de COVID-19, que sabíamos que era temporal porque se acabaría encontrando una solución", ha continuado, en alusión a las vacunas.
"Esta crisis tiene que ver con el chantaje de Rusia sobre el suministro de energía. Va a tener un impacto a largo plazo que obligará a la UE a cambiar su modelo de negocio y a pensar de forma más estratégica. No podemos comprar la salida de esta crisis".
Vea el vídeo de arriba para saber más sobre las recesiones.