Conocer el precio real de conducir te ayudará a reducir el uso del coche y a gestionar tus recursos

Se fomenta la propiedad del coche, pero el coste real de la conducción podría ayudarle a cambiar a los vehículos eléctricos o a caminar.
Se fomenta la propiedad del coche, pero el coste real de la conducción podría ayudarle a cambiar a los vehículos eléctricos o a caminar. Derechos de autor Canva
Por Euronews
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Convertir la conducción en una opción atractiva pasa por alto los costes ocultos del uso del coche. Reducir su uso puede ayudarte a ahorrar dinero y ayudar al medio ambiente.

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Cambiar el coche por caminar o ir en bicicleta no sólo reducirá las emisiones y mejorará su salud, sino que también podría ahorrar una cantidad considerable de dinero.

Parece que conducir un coche cuesta mucho más de lo que la gente cree. Un estudio publicado originalmente en 2020 en la revista Nature descubrió que los automovilistas alemanes subestimaron los costes diarios del funcionamiento de un coche en casi un 50%, por lo que los costes reales son casi el doble de lo que la gente piensa.

Esto no sólo hace que conducir un coche parezca una opción más deseable, sino que la percepción de que cuesta mucho menos de lo que cuesta, hace que las formas alternativas de transporte -como compartir el coche, el transporte público, ir en bicicleta o caminar- parezcan mucho menos atractivas.

Cuando se trata de comprar un coche, las prioridades de la mayoría de la gente son el precio, el ahorro de combustible, el espacio, las prestaciones y la seguridad. Y es una compra en la que la mayoría de la gente piensa e investiga mucho, ya que es una de las más caras que se puede hacer.

Sin embargo, no siempre se presta la misma atención a los costes de funcionamiento a lo largo de la vida, que pueden ser considerables, desde el combustible y la depreciación hasta el coste de las reparaciones, los impuestos y el seguro.

Entonces, ¿por qué los automovilistas tienen tal desconocimiento cuando se trata de los costes diarios del coche? La realidad es que los costes son sólo uno de los factores que intervienen en la compra de un coche; también está el atractivo emocional.

La emoción de conducir

Apelar a los conductores como personas que toman decisiones racionales con un buen criterio financiero es una cosa, pero para muchas personas, los coches son mucho más que un simple medio para ir de un lugar a otro.

Los fabricantes de automóviles se han centrado durante años en algo muy diferente: las emociones y los sentimientos que evoca la conducción.

Los anuncios de coches utilizan eslóganes como "El poder de los sueños", "El coche que siempre te prometiste" o "Diseñado para mover el espíritu humano".

Estos eslóganes aprovechan el hecho de que muchos no conducen porque sea necesario hacerlo, sino porque lo disfrutan.

Teniendo esto en cuenta, quizá sea fácil ver por qué las estrategias de gestión del tráfico basadas en la suposición de que la gente reconsiderará su elección de viaje cuando el uso del coche sea más caro o incómodo, rara vez hacen algo para reducir la propiedad del coche.

Sólo en el Reino Unido hay 32 millones de coches registrados en las carreteras del país. En 2022, las matriculaciones de coches nuevos sólo disminuyeron un 0,3%. En la UE, el uso del automóvil aumentó de año en año durante cinco años hasta alcanzar los 250 millones de vehículos en 2020.

El coche privado sigue siendo la principal opción para los desplazamientos, ya que parece que los automovilistas simplemente soportan los retrasos, o pagan las tarifas de aparcamiento adicionales o las tasas de congestión.

¿Por qué? Porque los coches constituyen espacios muy personalizados en los que se puede estar con la familia y los amigos, escuchar música y aislarse cómodamente del mundo exterior.

Pero los coches también son increíblemente caros y el estudio de Nature sugiere que si nos diéramos cuenta de lo que cuestan, los automovilistas elegirían formas alternativas de transporte.

La gente elige en función de los costes percibidos, pero ante los verdaderos costes del automóvil, el estudio calcula que se podría reducir la propiedad del coche en un 37%, con un aumento de alrededor del 8% y el 12% en los viajes en autobús y tren, respectivamente.

En un momento en el que la crisis del coste de la vida está presionando las finanzas, conocer el coste real frente a los costes percibidos del automóvil podría hacer que muchos conductores se replantearan su amor por los coches.

¿Cómo podría funcionar?

Los coches podrían llevar una etiqueta con los costes anuales en el punto de venta, del mismo modo que se utilizan las etiquetas de clasificación energética en los productos domésticos, como las bombillas, los televisores o las lavadoras, se podría mostrar información sobre las cifras del coste medio de funcionamiento y las campañas publicitarias a nivel nacional podrían animar a los consumidores a calcular el coste de la conducción con precisión en sus propios coches.

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Los anuncios de coches también podrían incluir los costes de la vida útil, del mismo modo que todos los anuncios de coches franceses que aparecen en la prensa, la televisión, la radio, las vallas publicitarias y en Internet deben llevar uno de los tres mensajes para fomentar los desplazamientos activos: "Para los desplazamientos cortos, dé prioridad a los desplazamientos a pie o en bicicleta", "Piense en el uso compartido del coche" y "A diario, utilice el transporte público".

Para animar a la gente a cambiar algunos de sus trayectos cortos en coche por los desplazamientos a pie o en bicicleta, un mejor balance bancario podría inclinar la balanza a favor de dejar el coche.

Ya sea reduciendo los viajes en avión o comiendo menos carne roja, cada vez somos más los que buscamos formas de reducir nuestro impacto en el medio ambiente.

Para muchos de nosotros sería un gran paso dejar de usar el coche por completo, pero con el aumento del coste de la gasolina y el gasóleo, conducir no es la opción más barata. Incluso un par de viajes semanales cambiados por desplazamientos activos podrían suponer un gran cambio para el planeta y para tu bolsillo.

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