El “superhuracán”, que el pasado jueves alcanzó la categoría cinco y llegó a registrar rachas de viento de hasta trescientos veinticinco kilómetros por hora, ha descendido a la categoría uno. Inicialmente fue catalogado como el huracán más fuerte y devastador en medio siglo, y miles de personas fueron evacuadas de varias localidades costeras.
A pesar de que ha perdido mucha fuerza, las autoridades advierten de que sus efectos siguen siendo potencialmente devastadores. De hecho, la amenaza de Patricia se extiende al vecino estadounidense. Las fuertes lluvias que le preceden ya ha provocado desbordamientos de ríos en el estado de Texas, donde aún están abiertas las heridas causadas por las inundaciones de la pasada privamera, que dejaron más de treinta muertos.