¿Quién ganará las elecciones presidenciales de Estados Unidos?

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Por Euronews
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En poco más de dos meses, los votantes estadounidenses elegirán a su próximo presidente.

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En poco más de dos meses, los votantes estadounidenses elegirán a su próximo presidente. Los últimos sondeos apuntan a que la mayoría de los ciudadanos ya han hecho su elección, mientras que el número de indecisos ha caído a menos del 10 por ciento. Además, muestran que la mayoría de estadounidenses dice ahora que va a votar a Hillary Clinton.

Si la historia sirve de guía, la ex primera dama y ex secretaria de Estado probablemente acabe sentándose en el Despacho Oval, puesto que en la mayoría de las anteriores campañas presidenciales modernas, el candidato que lideraba las encuestas para convertirse en presidente del país finalmente terminó ganando los comicios en noviembre.

En otras palabras, a su oponente republicano Donald Trump se le está haciendo cada vez más difícil influir en la mayoría de los votantes a estas alturas de la carrera por la presidencia. Al magnate se le está acabando el tiempo y el oxígeno político para intentar dar un vuelco a la situación.
Además, Clinton goza de un mapa electoral que es claramente ventajoso para ella. Vea por qué:

¿Quién elige al presidente de Estados Unidos?

Los ciudadanos de Estados Unidos no eligen directamente al presidente; eligen a representantes llamados “electores”, que juntos forman el “colegio electoral”.

Los electores son asignados a cada uno de los 50 estados, así como al Distrito de Columbia, la capital Washington, en función del tamaño de la población. Cada estado tiene un número de electores igual al número de sus senadores y representantes en el Congreso, mientras que la Constitución otorga al Distrito de Columbia el mismo número de electores que el del estado menos poblado (Wyoming), actualmente tres.

Por lo tanto, hay 538 electores, que corresponden a los 435 miembros de la Cámara de Representantes y 100 senadores, además de los tres electores adicionales del Distrito de Columbia.

A excepción de los de Maine y Nebraska, los electores son elegidos sobre la base de que el “ganador se lo lleva todo”. Es decir, todos los electores que se comprometieron con el candidato presidencial que gana la mayoría de votos en un estado se convierten en electores para ese estado. No importa si el candidato ganador obtiene el 90 por ciento o el 50,1 por ciento del voto popular (o incluso menos en una carrera con varios candidatos).
Un candidato necesita la mayoría absoluta para ser nombrado presidente, situada en 270 votos.

El hecho de que las elecciones presidenciales no se decidan por voto popular, sino por la suma de los votos indirectos estado por estado, produce un esquema matemáticamente complejo que dicta qué estados se consideran estratégicamente importantes y, por tanto, dónde se emplean los recursos de campaña.

¿Por qué el mapa electoral favorece a Clinton?

De los 50 estados, 40 más el Distrito de Columbia generalmente votan de la misma manera en cada elección presidencial.

Eso deja el mapa electoral con 10 estados bisagra, ya que estos han oscilado entre los candidatos demócrata y republicano en el último cuarto de siglo.

Entre estos 10 estados, dos son “falsos” estados bisagra: por lo general, el demócrata Nuevo México, que votó por el republicano George W. Bush en 2004, y el republicano de Indiana, que optó por el demócrata Barack Obama en 2008.

Suponiendo que estos 42 estados voten de la misma forma en que siempre lo han hecho, Hillary Clinton puede contar con 19 estados “seguros” y “probables”, además del Distrito de Columbia, con 247 votos, mientras que Donald Trump cuenta con 23 estados, con un total de 191 votos.

Ello le da a Clinton una ventaja considerable; para llegar a 270 solo necesitaría 23 apoyos más, mientras que Trump necesitaría tendría otros 79.

Por tanto, todo se reduce a los restantes ocho estados bisagra con un total de 100 votos, donde se decidirá la elección: Colorado (9 votos), Florida (29), Iowa (6), Nevada (6), Nuevo Hampshire (4), Carolina del Norte (15), Ohio (18) y Virginia (13).

A excepción de Carolina del Norte, el presidente Obama ganó en todos estos estados en 2012. Se impuso en Carolina del Norte en 2008.

¿Quién está ganando en los estados bisagra?

Si se toman los resultados de las elecciones presidenciales de 2012 como referencia, Hillary Clinton parte de una posición mucho mejor que Trump.

Para los 26 estados y el Distrito de Columbia que el presidente Obama ganó en las elecciones presidenciales de 2012, Clinton puede permitirse el lujo de perder en algunos estados bisagra y todavía llegar a los 270 votos electorales necesarios. Traducido en votos, esto significa que de los 332 que Obama ganó hace cuatro años, Clinton puede permitirse perder 62 y aún así ganar los comicios.

He aquí un ejemplo: necesitando 23 votos adicionales, Clinton se haría con la presidencia ganando en Nevada (6), Nuevo (4) + Hampshire y Virginia (13), en cuyo caso se podría permitir perder Florida y Ohio.

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En cuanto a Trump, sin ganar en nuevos estados no puede perder ninguno de los 24 estados ni ninguno de los 206 votos electorales que Mitt Romney ganó en 2012. De hecho, el magnate tendrá que ganar todos los estados que Romney ganó además de Florida, Virginia, Ohio y otro estado: 206 + 29 + 13 + 18 + Nuevo Hampshire (4) = 270.

Un sondeo reciente sobre estados bisagra muestra el difícil camino que Trump debe recorrer para llegar a la Casa Blanca. En el estado de Virginia, donde debe ganar para tener opciones, su popularidad ha caído tanto que la campaña de Clinton allí está en ‘standby’. Colorado parece fuera de su alcance también.

A pesar de que la ventaja de Clinton en Florida y Ohio es menor, Trump todavía se enfrenta a una situación complicada, especialmente en Florida, donde tiene que ganarse el apoyo de una buena parte ciudadanos latinos, que en su mayoría le son hostiles.

Su campaña parece estar centrada en algunos de los estados industriales, de población mayoritariamente blanca, como Pensilvania y Michigan (donde Clinton sufrió una sorpresiva derrota contra Bernie Sanders en las primarias). Trump cree que tiene opciones allí, aunque ambos estados han votado sistemáticamente a los candidatos demócratas desde 1992.

Así, desde un punto de vista puramente estructural y matemático, la carrera presidencial de 2016 sonríe a Clinton en este tramo final de la carrera por la presidencia de Estados Unidos.

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