Las tropas de élite en la avanzacilla han tomado el control de un cuarto de la ciudad, según fuentes gubernamentales.
Las tropas de élite en la avanzacilla han tomado el control de un cuarto de la ciudad, según fuentes gubernamentales. El propio primer ministro ha acudido a Ganous al sur de Mosul para insuflar ánimo a las tropas en la novena semana de combates.
Haider al-Abadi ha querido enviar un mensaje tranquilizador a los ciudadanos de Nínive: “vamos a liberaros, es solo una cuestión de tiempo. Vamos a eliminar al Dáesh, os pido que acojáis a las fuerzas iraquíes como ya han hecho otras poblaciones liberadas.”
Algunas familias suníes comienzan a regresar a sus casas. Durante el yugo de los yihadistas, las minorías kurda, chíi y cristiana huyeron dejando sus casas atrás marcadas por los miembros del Dáesh en función de su pertenencia religiosa con fines estadísticos y discriminatorios, según cuentan los miembros de Mosuleye.
Mosuleye denuncia
La entrada de las tropas permite también a ciertas organizaciones presentes en Mosul una nueva visibilidad. Es el caso del equipo de Mosuleye, iniciativa de un historiador presente en la ciudad. En su último comunicado, Musab Walid, que forma parte de este equipo, resume la situación del centro médico de Al-Samah, un barrio de Mosul. Con la ayuda de un brigada dirigida por el lugarteniente Abdulwahab Al-Saadi, Walid ha viajado de Gugjali a Al-Samah donde se ha entrevistado con el personal médico “incapaz” de atender al número creciente de pacientes. Los profesionales allí presentes se quejan de la indiferencia del ministerio de Sanidad y del departamento de sanidad de Nainawa.
Sin embargo, a través de este tuit, en árabe, agradece la ayuda a todos aquellos que quieran mostrarse solidarios con las necesidades médicas de la ciudad.
A report on Mosul Eye team field visit to the liberated neighborhoods of Mosul https://t.co/pCVm2hHAPspic.twitter.com/ahQopvxFA4
— Mosul Eye عين الموصل (@MosulEye) 13 décembre 2016
Las mujeres y los niños comienzan a circular libremente, algo que no ocurría desde que la segunda ciudad más poblada del país fue tomada por los yihadistas en 2014. Ese año impusieron un sistema de multas para castigar todo tipo de actos: almacenar objetos o comida, por ejemplo, era penalizado con 25 000 dinares (unos 20 euros). Los reincidentes se exponían a ser azotados.
Otro de los castigos más aborrecidos era infligido por las “brigadas de mujeres” armadas con objetos punzantes metálicos para golpear a otras mujeres cuya vestimenta era juzgada indecente, según varios testimonios recogidos por la agencia Reuters.
Los yihadistas exigían una tasa a todos los comerciantes, incluso los ambulantes, en función de la cantidad de mercancías expuestas a la venta. La norma era unos 15 000 dinares (20 dólares) por metro cuadrado.
La población trató de protegerse de ciertas imposiciones, la más simbólica, según los desplazados, consistía en no enviar a sus hijos a la escuela. Los yihadistas prohibieron materias como Historia de la Antigüedad, toda una paradoja en una ciudad donde fueron descubiertas unas tablillas de arcilla en escritura cuneiforme hacia los años 2500-2000 a. C. con el poema de Gilgamesh, la narración sumeria en verso sobre las peripecias del rey Gilgamesh que constituye la obra épica más antigua conocida.