El cerco sobre el autodenominado Estado Islámico en su feudo iraquí se va estrechaando cada vez más.
El cerco sobre el autodenominado Estado Islámico en su feudo iraquí se va estrechaando cada vez más.
Las fuerzas gubernamentales siguen avanzando y cada vez están más cerca de entrar en el casco viejo de Mosul. El avance es lento ya que las calles son estrechas y están densamente pobladas pero equipadas con fusiles de asalto, morteros y lanzamisiles, las unidades del Ejército están a un paso de llegar a la mezquita donde el líder del Dáesh proclamó el califato.
“El tiempo está nublado y lluvioso pero nuestras tropas están avanzando en esta situación hacia los objetivos. Con unos cuantos pasos más y unos ataques llegaremos a la mezquita de Al Nuri, en la que oficiaba Abu Bakr al Bagdadi”, decía un policía federal iraquí.
La ofensiva sobre el feudo yihadista empezó a mediados de octubre pero hasta el mes pasado el Ejército no había conseguido entrar en la parte occidental de la ciudad. Una ofensiva que está provocando un éxodo masivo.
“La situación es terrible. El Dáesh lo ha destrozado todo. No hay comida ni pan. No hay nada”, se lamentaba un habitante de Mosul.
El Ejército estadounidense calcula que en la ciudad quedan unos 2.000 yihadistas que no dudan en utilizar a los civiles como escudos humanos. Eso, unido a la estrechez de las calles, complica la tarea de las tropas que no pueden utilizar artillería pesada por miedo a provocar más víctimas colaterales.