Nacida en Andalucía y casada con un exdiputado de Convergència, europeísta y del Barça, odiada e idolatrada, Inés Arrimadas ha conseguido convertirse contra viento y marea en el rostro del unionismo.
Contra viento y marea, Inés Arrimadas se ha ido abriendo paso en la política catalana. Nada en la biografía de esta hija de salmantinos, nacida en Jerez de la Frontera y que llegó a Cataluña hace solo una década, parecía predestinarla para ocupar el lugar que hoy ocupa, como cabeza visible del unionismo y bestia negra del independentismo.
Como líder de Ciudadanos en la comunidad ha conseguido lo impensable, poner en jaque al soberanismo, además de protagonizar un doble sorpasso: al Partido Popular, al que ha arrebatado buena parte de sus votos, y a los socialistas, a los que también ha robado apoyos en los barrios obreros alrededor de Barcelona, conocidos antes como el 'cinturón rojo' y a los que ahora ya llaman, el 'cordón naranja'.
De esta abogada de 36 años se suele destacar su naturalidad y su determinación. Su condición de mujer, joven y su aspecto, engañosamente frágil, le han valido insultos y desprecios. También ha soportado una feroz campaña hostil del separatismo.
Odiada por unos, idolatrada por otros, la división de la sociedad catalana la vive incluso en su hogar, pues está casada con un exdiputado de Convergència. A caballo entre Jerez de la Frontera y Ripoll, europeista y del Barça, la estrategia ganadora de Inés Arrimadas ha sido la de tratar de aglutinar sin excluir.