Un desierto gris de tierra abrasadora cubre el vergel en el que vivían decenas de miles de personas. Mientras, el volcán sigue rugiendo, con explosiones y fumarolas que mantienen en jaque a los equipos de rescate.
PUBLICIDADAntes era un vergel, ahora es un desierto de cenizas. Es la zona cero del Volcán de Fuego en Guatemala.
Cuatro aldeas, el Rodeo, la Reina, la Libertad y San Miguel los Lotes, así como los campos de caña de azúcar y café que las rodeaban, quedaron el domingo arrasados por la lava y los flujos piroclásticos, mezcla de gases y materiales incandescentes, que alcanzaron los 700 grados de temperatura.
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Las brigadas de rescate siguen buscando a al menos 192 desaparecidos, en condiciones extremas y en un clima de miedo, porque el volcán sigue registrando explosiones y el martes empezó de nuevo a vomitar fumarolas lo que hizo que los rescatistas tuvieran que huir de la zona.
Al temor se suma la desesperación de quienes han perdido todo y a casi todos sus seres queridos. "Hicimos cuentas, son 36. Están mis tías, mis primos...", explica entre lágrimas una mujer.
Ya se han contabilizado al menos 75 muertos. El Gobierno ya ha empezado a hablar de reconstrucción, de recuperar carreteras y construir viviendas, mientras para los damnificados la prioridad sigue siendo sobrevivir al horror.
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