El Gobierno mexicano ha dado un puñetazo sobre la mesa para atajar el poder creciente del crimen organizado en Acapulco. El Ejército ha comenzado a patrullar en las calles y ha desarmado a la policía local ante la sospecha de que tiene infiltrados en sus filas a sicarios y narcotraficantes.
PUBLICIDADSoldados patrullando en las calles de Acapulco y desarmando a los policías... es el puñetazo sobre la mesa que ha dado el gobierno mexicano para tratar de atajar el poder creciente del crimen organizado en esta turística ciudad de la costa del Pacífico.
El ejército mexicano ha tomado el control de la seguridad en Acapulco y ha requisado las armas de sus agentes locales ante las sospechas de que se hayan infiltrado sicarios y narcotraficantes en sus filas. Dos comandantes de la policía ha sido detenidos y acusados de homicidio. Y todos los policías, sin excepción, serán investigados.
El Ejecutivo ha tomado esta drástica medida alarmado por la inexistente respuesta policial al incremento de crímenes.
Según datos del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, Acapulco fue en 2017 la tercera ciudad más peligrosa del mundo, con una tasa de 107 homicidios por cada 100.000 habitantes. Otras dos ciudades mexicanas, Los Cabos y Tijuana, están entre las cinco primeras posiciones. Todas son de países latinoamericanos.