Vivir en la calle es especialmente difícil durante el invierno. Y más aún cuando el refugio temporal de la localidad en la que 'malvives', en Rusia, se incendió y las autoridades afirman que no tienen fondos para reconstruirlo
Vivir en la calle es especialmente difícil durante el invierno. Y más aún cuando el refugio temporal de la localidad en la que 'malvives', en Rusia, se incendió y las autoridades afirman que no tienen fondos para reconstruirlo. Su vida es una pesadilla pero la ayuda de asociaciones benéficas permite a algunos indigentes conservar la esperanza.
"Hemos colocado a siete personas en este autobús, reconvertido en alojamiento, y planeamos expandirnos. Como se puede ver, las condiciones de vida, aquí, son bastante buenas", declara Ivan Mankovsky, presidente de la fundación benéfica "Prosperidad".
Detrás de cada persona, hay una historia de dolor, miedo, impotencia... un descenso al infierno en el que la falta de compañía resulta insoportable.
"He dormido en casi todos los lugares. He pasado varias noches debajo de balcones, detrás de garajes... los sótanos y los desagües son los únicos sitios en los que no he dormido", relata una vagabunda que responde al nombre de Anna. "Lo que más me asusta de dormir en la calle es la soledad. ¡Da miedo estar solo!", añade.
Ahora Anna comparte alojamiento con personas que están en su misma situación merced a la iniciativa de Yuri Vasíliev, un empresario que ha cedido varios de los vehículos de su compañía a las asociaciones benéficas.
"Hasta el momento, hemos entregado un par de autobuses. Trabajamos en el acondicionamiento de un tercer vehículo. Hay que quitarle el motor. No es un trabajo fácil y, además, el transporte del autobús hasta el lugar indicado supone una tarea bastante seria. Si es necesario hacer todo esto o no, es una cuestión que debe plantearse a quienes toman la responsabilidad de acomodar en estos autobuses a personas sin recursos económicos", afirma Yuri Vasíliev, director de la compañía 'Five Star'.
Iniciativas de este tipo permiten que, pese a su complicada situación, en Jabarovsk, en el sudeste de Rusia, algunos indigentes puedan ver un poco de luz al final del túnel.