Los vecinos trabajan para reestablecer la electricidad y el agua caliente en algunas zonas.
Halkidiki ha declarado el estado de emergencia, después de que tormentas mortales y vientos vendavales azotaran la región. Los equipos de emergencia trabajan día y noche para restaurar los daños y la electricidad en las zonas afectadas.
Los vecinos de Halkidiki, al norte de Grecia siguen sin dar crédito a la feroz tormenta que el miércoles por la noche acabó con la vida de siete personas y causó cien heridos.
"Llevo viniendo aquí más de 40 años y nunca he visto nada igual", explica un vecino.
Seis de los fallecidos son de origen extranjero. Una mujer de 54 años y un niño de ocho, de nacionalidad rumana, murieron al derrumbarse el techo de un restaurante en el que se encontraban. También, dos ancianos checos perdieron la vida cuando la caravana en la que viajaban fue arrastrada por el fuerte viento. Además, un hombre ruso de 39 años y su bebé de dos fallecían tras caer un árbol encima del coche en el que viajaban. La séptima víctima fue un pescador local de 62 años, cuyo cuerpo se encontró en el mar diez horas después.
"Mi hijo estaba fuera cuando empezó esta supertormenta. Afortunadamente, pudo ponerse a salvo rápidamente. Se han producido muchísimos daños, el granizo golpeaba la ventanas. Duró toda la noche", cuenta esta mujer.
Además de las pérdidas humanas, la zona tiene que hacer frente ahora a los cortes de electricidad en varias zonas de la península de Halkidiki. "Estamos completamente destrozados. No tenemos electricidad, y nos las estamos deseando con los generadores. Ni siquiera tenemos agua caliente", añade un joven.
"Intentamos protegernos donde pudimos. Encontramos refugio en la tienda, y metimos a algunas personas dentro. Era un caos, todo el mundo corría", dice otro vecino.
El Primer Ministro Kyriakos Mitsotakis ha ordenador indemnizar inmediatamente a los residentes de las áreas afectadas.