La inauguración del TurkStream no solo es un gran paso en las relaciones entre Rusia y Turquía, sino que también marca un hito importante en el mercado energético con consecuencias de largo alcance.
La inauguración del TurkStream no solo es un gran paso en las relaciones entre Rusia y Turquía, sino que también marca un hito importante en el mercado energético con consecuencias de largo alcance.
Son 910 kilómetros de tuberías que pasan bajo el Mar Negro, uniendo Rusia y Turquía y evitando Ucrania.
Pero eso no es todo. El proyecto consta de dos tuberías. Cuando Turquía reciba la mitad de la capacidad del suministro total, la otra mitad irá al sureste de Europa. El TurkStream llevará gas a Bulgaria, Serbia, Hungría y Eslovaquia.
Hasta ahora, la mayor parte del gas ruso llegaba a Europa vía Ucrania. Pero las relaciones entre ambos países se deterioraron tras la anexión de Crimea por parte de Rusia y por el conflicto en el este de Ucrania.
En los últimos años, Moscú ha explorado otras opciones para llevar su gas a Europa, mientras Europa ha tratado de diversificar sus fuentes. Pero Rusia sigue siendo el proveedor dominante: más del 40% de todas las importaciones de gas natural en Europa. Y la economía más grande de la Unión Europea (UE) es la que más depende de él. Hasta el 75% de todas las importaciones en Alemania provienen de Rusia. En Italia y los Países Bajos: hasta el 50%.
Con el TurkStream, Rusia tendrá ahora más rutas para abastecer el mercado de gas de la Unión Europea.