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Peleas de gallos en Venezuela, donde manda el dólar y no existe la política

Peleas de gallos en Venezuela, donde manda el dólar y no existe la política
Derechos de autor AFP
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Por Carmen Menéndez
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Peleas de gallos en Venezuela, donde manda el dólar y la política no existe. Los billetes verdes corren y las apuestas son jugosas. En las galleras de Caracas no importa el origen social y todos hablan de honor y respeto

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En Venezuela, hay un espectáculo en el que no existe la política ni las diferencias sociales, y en el que manda un único dios, el dólar. Son las peleas de gallos.

Mientras las aves se libran a un duelo mortal en una gallera de Caracas, entre bambalinas corren los billetes verdes. Solo se aceptan apuestas en dólares. Valor seguro frente a un bolívar que se devaluó en 2019 un 98,6 %, según Ecoanalítica.

En las galleras más exclusivas, los premios pueden alcanzar los 30.000 dólares.

"El requisito que le pedimos a todos los galleros es la responsabilidad, apostemos lo que tenemos en el bolsillo. Cero apuestas negadas (...) Esto no es violento. Aquí hay un respeto, aquí se respeta la persona. Aquí no se ven robos, aquí no se ve nada de eso", asegura Avilio Subero, gallero y gerente de la gallera Cota 905. 

En una Venezuela hundida en la crisis, las peleas de gallos se consideran un deporte, parte de la cultura popular, además de una industria que genera empleo.

Los gallos, criados para el combate, pasan incluso test de dopaje antes de luchar. También se comprueba que las espuelas no estén evenenadas y no haya grasa en el plumaje.

"En la gallera no hay diferencias políticas"

"En la gallera no hay ninguna diferencia política. Aquí jugamos todos y participamos todos sin ninguna condición política", asegura Simón Flores, gallero y jugador. 

Honor y respeto son palabras que se repiten entre los presentes en esta gallera de Cota 905, un barrio conocido por su elevada criminalidad. Aquí circulan el ron, a cinco dólares la botella, y las cachapas con queso a un dólar, vendidas por personas que buscan sustento en una economía reducida a la mitad en solo seis años.

Nadie se plantea si la batalla es cruel. Los afortunados pueden volver a casa con un jugoso botín a casa, al igual que los orgullosos propietarios de los gallos campeones.

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