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Renta básica universal: ¿El (futuro) estado del bienestar post-coronavirus?

Renta básica universal: ¿El (futuro) estado del bienestar post-coronavirus?
Derechos de autor Emilio Morenatti/AP
Derechos de autor Emilio Morenatti/AP
Por Marta Rodriguez Martinez
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Están de acuerdo el papa Francisco, el fundador de Facebook Mark Zuckerberg y el vicepresidente del Banco Central Europeo Luis Guindos: es tiempo de pensar en una renta básica universal frente al abismo económico sin precedentes que plantea la crisis sanitaria del coronavirus.

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Están de acuerdo el papa Francisco, el fundador de Facebook Mark Zuckerberg y el vicepresidente del Banco Central Europeo Luis Guindos: es tiempo de pensar en una renta básica universal frente al abismo económico sin precedentes que plantea la crisis sanitaria del coronavirus. 

Una extraña coincidencia en un polémico concepto, tan difícil de imaginar hace un año como la pandemia que ha dejado confinada a la mitad de la población mundial. 

Pero es que el escenario económico post-coronavirus demanda nuevas recetas económicas.

"Ha llegado el momento, entonces, de algo completamente diferente", dice un artículo del diario británico Financial Times, en defensa de este salario básico universal, que define como "un pago en dinero, para todos, sin ataduras", para aliviar a los trabajadores que el coronavirus ha dejado en casa. 

Su autor, Daniel Susskind, del departamento de Economía del Balliol College, en la Universidad de Oxford, compara el momento que atravesamos con la Segunda Guerra Mundial. En el fragor de la contienda, en 1942, el economista y político británico William Beveridge fue encargado con la misión de redactar un informe para el escenario económico en el Reino Unido cuando llegase la paz. 

De su estudio surgen las ideas sobre el estado de bienestar que han perfilado la cultura occidental.

Una red de seguridad

"El coronavirus ha revelado las debilidades existentes para garantizar la seguridad económica de toda Europa", explica a Euronews Anthony Painter, director del Centro RSA de Acción e Investigación. "Los trabajadores se enfrentan a una elección intolerable entre su trabajo, sus familias y su salud. Con la renta básica universal saben que no se van a precipitar contra el suelo, siempre habrá una red que ayudará a aligerar estos conflictos".

Para Painter, cuando lleguemos al final de la emergencia sanitaria, cada democracia deberá evaluar cómo su estado de bienestar ha resistido a este intenso estrés. "Y donde hay demasiados agujeros, un movimiento hacia la renta básica debería estar firmemente en la agenda", añade. 

"Mi opinión es que los estados de bienestar tradicionalmente robustos como en Escandinavia, Francia y Alemania manejarán las tensiones razonablemente bien. Todos los demás, incluyendo España y el Reino Unido, tendrán que reconsiderar sus redes de seguridad social si queremos tener una mayor seguridad y resistencia en el futuro".

El ingreso mínimo vital en España: "viene para quedarse"

El Gobierno de España ya ha dado un paso en esta dirección. El ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, anunció este miércoles que en mayo se aprobará un ingreso mínimo vital, destinado a cerca de 100.000 hogares monoparentales vulnerables. "Va a ser estructural, permanente, viene para quedarse", adelantaba el ministro en una entrevista con el diario español El País. "Será algo novedoso que la Seguridad Social no ha ofrecido hasta ahora y que intentamos acelerar al máximo".

La crisis provocada por el coronavirus ha destruido cerca de 890.000 empleos en España desde que hace un mes se declaró el estado de alarma y el consiguiente confinamiento, un dato equivalente a los peores meses de la crisis económica de 2008.

No obstante, cabe destacar que un ingreso mínimo vital no es lo mismo que una renta básica universal, que se concede sin ninguna condición por el simple hecho de ser ciudadano del país.

Un debate abierto en Europa

Reino Unido, por su parte, ha descartado por el momento un medida de este tipo. El ministro británico de Finanzas, Rishi Sunak, rechazó la propuesta este martes alegando que no era la respuesta correcta a la crisis del coronavirus y defendiendo el actual sistema del bienestar. 

Italia, el primer país europeo en poner a sus ciudadanos y a su economía en cuarentena, ha ya experimentado este tipo de mecanismos económicos antes de la llegada de la pandemia. El partido Movimiento 5 Estrellas, en el Gobierno de coalición,  introdujo en 2019 un ingreso mínimo (reddito di cittadinanza, en italiano) para familias que cumplieran determinados criterios de vulnerabilidad. Ahora la ministra italiana del Trabajo, Nunzia Catalfo, propone un nuevo ingreso de emergencia para aproximadamente 3 millones de ciudadanos italianos.

En Alemania, se ha entregado en marzo una propuesta al comité de peticiones del Bundestag con más de 450.000 firmas a favor de la renta básica universal. Pero es poco probable que se convierta en ley puesto que necesita una mayoría parlamentaria y esta medida no cuenta con el visto bueno de la agrupación gobernante CDU/ CSU.

"La fuerza del ingreso universal es que permanece, pase lo que pase, que siempre está ahí cuando se produce una crisis importante", ha defendido Benoît Hamon, candidato socialista a la Presidencia de Francia en 2017, en un artículo de opinión publicado por el periódico francés Le Monde. "Es el antídoto social para la repetición de estas crisis sanitarias".

El presidente de Francia Emmanuel Macron había revelado a finales de 2018 su intención de crear "un ingreso laboral universal que fusione tantos beneficios como sea posible y del cual el estado será totalmente responsable", por lo tanto rechazando la propuesta de Hamon, en la que no hay condiciones, como el hecho de tener un trabajo, para recibir la prestación. 

"Nunca he creído en un ingreso universal incondicional", dijo entonces Macron.

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El ensayo de Finlandia

El país pionero en experimentar la renta básica universal fue Finlandia que lanzó un ensayo en 2017, en el que participaron 2.000 ciudadanos finlandeses que se convirtieron en los primeros europeos en recibir una nómina mensual del Estado de 560 euros al mes libres de impuestos, independientemente de si encontraban trabajo o no. 

Los participantes, de entre 25 y 58 años, fueron elegidos al azar entre las más de mil personas que recibían subsidios por desempleo.

Los resultados preliminares del ensayo demostraron que no logró incitar el empleo, pero mejoró el bienestar y la confianza de los participantes, según los investigadores. 

Con un coste estimado de alrededor 20 millones de euros, el Gobierno de Finlandia decidió no renovarlo, ni extenderlo a otros sectores de la población en abril de 2018.

Justo dos años más tarde, el panorama mundial ha dado un vuelco y ese ensayo vuelve a cobrar importancia.

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"(Los resultados) mostraron impactos neutrales en el empleo, cuando los detractores de la renta básica universal afirman que sería perjudicial para el trabajo", argumentó entonces Painter a Euronews. "Y la confianza en los demás, el Gobierno y las perspectivas futuras de trabajo aumentaron".

Si en el escenario económico que emergió de la Segunda Guerra Mundial se apostó por el sistema del bienestar, puede que ahora estemos en el preludio de un mundo en el que la renta básica universal ya no es objeto de debate ideológico sino una realidad consolidada.

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