Tres de sus agentes dieron positivo y las autoridades temen que la infección haya podido extenderse
La ciudad francesa de Lille ha comenzado a realizar tests de COVID-19 a 1.000 policías. Una medida tomada tras detectar que tres de sus agentes habían resultado contagiados, lo que hace temer la presencia de un foco de infección en la sede central de la policía local o en algunas de sus comisarías.
"Los policías forman parte de la población más expuesta al virus. Por eso la Agencia Sanitaria Regional ha optado por realizar pruebas a gran escala. Tres casos de contagio ya suponen una alerta", explica Etienne Champion, director general de la Agencia Sanitaria Regional de Alta Francia.
Mientras, pese a los riesgos de contagio, muchos habitantes siguen disfrutando del parque principal de la ciudad sin respetar las medidas de seguridad.
"Nadie lleva máscaras. He visto a mucha gente sin ellas. Es increíble. La gente mayor sí las lleva, pero los jóvenes, no lo hacen. Es muy extraño", cuenta precisamente un joven.
"La situación ha cambiado. Antes apenas teníamos espacio para pasear, pese a que podíamos salir cada día durante el periodo de confinamiento. Ahora, desde que se abrió el Parque de la Ciudadela, se puede pasear mucho más. Es una zona muy grande, especialmente la explanada", expresa por su parte un anciano residente.
La población de más edad sigue siendo la más vulnerable. Las autoridades confían en evitar una segunda ola de contagios, pero a la espera de una posible vacuna o un tratamiento efectivo, es clave respetar las normas de seguridad sanitaria, como la higiene y el distanciamiento social.