La escasez de carbón en Polonia hace temer un invierno de hogares gélidos. Muchos buscan leña con la que alimentar sus calderas ante las colas y listas de espera en los almacenes de carbón. El aumento de precios es colosal y lleva a escuelas, piscinas y hospitales a imaginar planes de contingencia.
A Polonia le falta carbón. El descenso de la producción interna, el embargo a las importaciones rusas y también la inflación, están atenazando a millones de polacos que todavía dependen de él. Hemos visitado minas y casas particulares, para recoger diferentes testimonios.
El alma de la minería está de capa caída
Nuestro viaje comienza en la sureña región de Silesia, alma del sector polaco de la minería del carbón, el mayor de la Unión Europea. Aquí la crisis no perdona a nadie, tal como cuenta Jacek Kowalski, minero jubilado: "Casi no tengo carbón para el invierno. 25 años de trabajo en la mina, y no tengo carbón. No hay donde encontrarlo. No hay dinero para comprarlo. Así están las cosas".
Jacek dice que solía recibir 3 toneladas de carbón gratis cada invierno, como otros mineros jubilados. Ya no es el caso. Además cuenta que cuando va a la mina, hay 2. 000 personas en lista de espera.
Precios que se han multiplicado por cuatro
Los casi dos millones de polacos cuyo sistema de calefacción depende directamente del carbón se enfrentan a un invierno lóbrego. Los precios se han multiplicado por cuatro desde primavera, y siguen subiendo. El Gobierno polaco ha prometido ayuda, pero esta pareja piensa que de todas formas serán incapaces de poder comprar más carbón. La temperatura aquí puede descender a 20 grados bajo cero.
Una vez que se queden sin carbón, utilizarán leña, explica Robert Ruta, propietario de una pequeña parcela en el bosque.
El declive de la minería en el segundo mayor productor de la UE
La guerra en Ucrania ha tensionado un sector ya fragilizado por decisiones estratégicas recientes. Polonia es el segundo productor de la Unión Europea, tras Alemania. Pero, considerada contaminante y poco rentable , la minería del carbón ha declinado aquí constantemente estos últimos años.
En una mina que se hizo célebre hace unas semanas por sus kilométricas colas de clientes desesperados en búsqueda de carbón a precios razonables, se ha creado un sistema de reservas en línea para agilizar los tiempos de espera.
Conversamos con una familia cuya granja necesita unas 2,5 toneladas de carbón cada invierno. Han considerado instalar una bomba de calor, pero no se pueden permitir pagar 12.000 euros de inversión, dice Halina Kolodziej, quien depende del carbón para la calefacción.
La factura energética aumenta un 700%
Enfrentada a un inminente aumento del 700 por ciento de sus gastos en energía, la ciudad de Sandomierz ha avisado de que servicios esenciales pueden verse pronto afectados. Tanto los colegios como la piscina municipal estudian planes de contingencia para no tener que cerrar.
Incluso el Hospital Espíritu Santo, segundo empleador de la región, se prepara para un invierno complicado. El director, Jerzy Kulinski, plantea limitar los tiempos de visita de familiares y amigos, para apagar las luces en pasillos y salas de espera.
Cosecha amarga para los agricultores
El carbón está también contribuyendo a una cosecha amarga para Remigiusz Lukawski, productor de manzanas. Sus 12.000 manzanos están repletos de fruta. Pero el coste de su almacenamiento frío y en seco se ha incrementado en casi un mil por ciento.
El gasto energético representa el 60 por ciento de los gastos. Cosechar las manzanas podría costarle dinero...
El carbón y la política preocupan a los polacos
Otros negocios están también en la cuerda floja. Robert Kulma, dueño de un garaje mecánico nos muestra su sala de calderas y almacén de carbón vacío.
Ahora el garaje está equipado con paneles fotovoltaicos, pero son insufientes para calentar las instalaciones. Una bomba de calor recientemente instalada aún no es operativa.
Nostalgia de otros tiempos
De regreso a Silesia, en un museo local de Etnología nos reunimos con Andrzej Pisarzewski, que dirigió durante 33 años la orquesta de la mina de Wieczorek. La mina cerró hace 4 años y Andrzej lucha ahora por la supervivencia de la orquestra, y de un estilo de vida languideciente.
Nos cuenta su dolor al ver cómo todo se desmorona a su alrededor. "Aunque caminan sobre minas de carbón, las gentes de aquí se han quedado sin nada en un abrir y cerrar de ojos. No hay carbón, no hay madera. No hay nada", resume.