El Kremlin informa a su vez de nuevos ataques en Druzhkivka y Kramatorsk, en la región de Donetsk, asegurando haber acabado con la vida de al menos 120 soldados ucranianos.
Son ya 89, reconocido por Moscú, los soldados rusos muertos en el ataque ucraniano de Nochevieja en Makíivka. Un número cada vez más elevado de víctimas, aunque aún lejos de las más de 400 de las que habla Kiev.
Sea como sea, se trata sin duda de uno de los ataques más mortíferos contra las fuerzas del Kremlin desde que comenzara la guerra hace más de 10 meses. Un duro golpe para Rusia que ha suscitado duras críticas en sus propias filas por la forma en que se está llevando a cabo un conflicto en su día vendido como "una operación relámpago".
En su último discurso nocturno, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, advertía: Rusia está herida en su orgullo y responderá.
"No hay duda de que los actuales amos de Rusia lanzarán todo lo que les queda y todo lo que puedan reunir para cambiar el rumbo de la guerra", decía Zelenski. "Debemos desbaratar ese escenario, y nos estamos preparando para ello. Los terroristas deben perder, cualquier intento de ofensiva que lancen debe fracasar".
Por lo pronto, Rusia ya ha reivindicado nuevos ataques en Druzhkivka y Kramatorsk, en la región de Donetsk, asegurando haber acabado con la vida de al menos 120 soldados ucranianos en estas operaciones.
Números trágicos pero casi ridículos en comparación con los dados por la Oficina de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que informa de prácticamente 7000 civiles muertos en lo que va de un conflicto que está lejos de acabar.
La ONU habla igualmente de más de 11.000 heridos, si bien aclara que estas cifras son seguramente mucho más altas, ya que en las regiones donde los combates están siendo más intensos la labor de conteo de los observadores de la organización es mucho más difícil.
Diciembre ha sido por su parte un mes ciertamente duro, con 188 muertos y 613 heridos en Ucrania, lo que supone un aumento del 15,4 por ciento respecto al anterior mes.