El nuevo primer ministro Nikol Pashinyan dijo en Davos, que el país "necesita simplificar sus leyes para atraer al capital extranjero"
Líder de las protestas que fulminaron 20 años de gobierno autoritario, el nuevo primer ministro de Armenia, Nikol Pashinyan, lucha por volver a hacer grande a su país de menos de tres millones de habitantes.
Pashinyan no ha desaprovechado la oportunidad que le brinda Davos para dar a conocer su nuevo paquete de reformas:
"Necesitamos transformar nuestra revolución política en una revolución económica. Vamos a tener que simplifiicar la regulación para para facilitar la creación de empresas en Armenia y emprender una reforma en materia fiscal. Vamos a reducir el IVA para que Armenia sea más atractiva a la inversión extranjera".
Pashinyán ganó las primeras elecciones tras la revolución, y lo hizo a lo grande: con el 70,4% de los votos. Su popularidad es absoluta y sus pocos detractores le achacan que es un populista. Pero su populismo ha servido para traer la democracia a Armenia, al menos, de momento.
Su país, con dos de sus cuatro fronteras bloqueadas al completo, es pobre en extremo: el 30% de la población vive bajo el umbral de la pobreza. Fuera de Ereván, la capital, la vida es una lucha constante contra la miseria.